martes, septiembre 15, 2015

LAS UTOPIAS SON PUTAS DE MIEDO por THOMAS HARRIS


No a las damas, amor, nos habían dicho,
cuando una noche al centro del valle,
en un sueño de perro,
se nos apareció el amor perfecto;
calzaba sandalias rojas de plástico transparente,
toda ella iba mojada,
el pelo libre
de caer
sobre la túnica magenta que se le pegaba a las tetitas
de perra joven;
olía a sal,
a transparencia,
a imaginación,
a hornacinas,
a trébol de cuatro hojas;
dos aros de oro puro terminados en una perla pequeñita
y perfecta
la perforaban por lo lóbulos;
nosotros hicimos una cola, una larga e inacabable cola
donde ninguno acabó nunca;
yo le mamaba los pezones
por sobre la bambula magenta
de la túnica;
al final, la sentíamos adentro, por aquí,
en el bajo vientre, toquen,
nadando como un pez fosforescente
en una redoma demasiado pequeña para sus ganas;
pero
nosotros sabíamos que las utopías son putas de miedo,
algo había que hacer para ahuyentarla.
-No tenemos patria, ciudadana, le gemimos,
-somos Nadie gritando Nadie nos ataca.
-ámenme un poquito más -susurró la putahasta
que acaben en mis sábanas;
pero nosotros sabíamos que eso era un paso más hacia
la muerte,
oscura esta muerte y lenta,
la india cruel se nos iba abriendo
como fauce,
la muy magenta,
la pringosa,
fétida a sal, oro,
a transparencia,
a horno
a trébol de cuatro ojos penetrantes, quemados:
-ámenme un poquito más- gruñía,
mientras la noche no acababa,
la noche nunca acababa.

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