martes, agosto 25, 2015

EL HOMBRE DEVORADO por ROSAMEL DEL VALLE


Venid ahora, oh tembloroso fuego robado por mí,
venid ahora que la sangre inunda la noche
y la altura donde la estrella
pavorosa crece en mí rodeada de visiones y tijeras.
Ahora
que ya no sueño ángeles ni coros, dorados universos,
pasos interrumpidos, silencios mortales,
luces entreabiertas.
¡Venid! Las lámparas de mis huertos te hicieron mío...
Lo oscuro
palpita y vive, mi piel se cubre de hojas y chispas,
mis ojos se hacen maravillosa debilidad,
mi boca cría árboles
y hasta cuando la terrible delicia del abismo
abre sus aguas
los espejos profundos me apagan la sed , y me escucho.
¡Venid! El definitivo asombro se despliega a lo lejos,
entre secretas cadenas y estatuas de ojo ardiente.
Mío es por fin el calor. Mía es la cabellera que se corre
noche adentro en el sonido de un caballo de fuego.

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