sábado, junio 28, 2014

EL LOCO Y LA VENUS por CHARLES BAUDELAIRE


¡Qué admirable día! El vasto parque desmaya ante la mirada abrasadora del Sol, como
la juventud bajo el dominio del Amor.
El éxtasis universal de las cosas no se expresa por ruido ninguno; las mismas aguas
están como dormidas. Harto diferente de las fiestas humanas, ésta es una orgía silenciosa.
Diríase que una luz siempre en aumento da a las cosas un centelleo cada vez mayor;
que las flores excitadas arden en deseos de rivalizar con el azul del cielo por la energía de
sus colores, y que el calor, haciendo visibles los perfumes, los levanta hacia el astro como
humaredas.
Pero entre el goce universal he visto un ser afligido.
A los pies de una Venus colosal, uno de esos locos artificiales, uno de esos bufones
voluntarios que se encargan de hacer reír a los reyes cuando el remordimiento o el hastío
los obsesiona, emperejilado con un traje brillante y ridículo, con tocado de cuernos y
cascabeles, acurrucado junto al pedestal, levanta los ojos arrasados en lágrimas hacia la
inmortal diosa.
Y dicen sus ojos: Soy el último, el más solitario de los seres humanos, privado de
amor y de amistad; soy inferior en mucho al animal más imperfecto. Hecho estoy, sin
embargo, yo también, para comprender y sentir la inmortal belleza. ¡Ay! ¡Diosa! ¡Tened
piedad de mi tristeza y de mi delirio!»
Pero la Venus implacable mira a lo lejos no sé qué con sus ojos de mármol.

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