domingo, junio 29, 2014

EL MILICIANO DESCONOCIDO por VICENTE ALEIXANDRE


(Frente de Madrid)
No me preguntéis su nombre.
Le tenéis ahí en el frente,
por las orillas del río:
toda la ciudad lo tiene.
Cada mañana se alza,
cuando la aurora lo envuelve
con un resplandor de vida
y otro resplandor de muerte.
Cada mañana se alza,
como un acero se yergue,
y donde pone sus ojos
una luz mortal esplende.
No me preguntéis su nombre,
que no habrá quien lo recuerde.
Cada día se levanta
con la aurora o el poniente,
salta, empuña, avanza, arrolla,
mata, pasa, vuela, vence;
donde se planta, allí queda;
como la roca, no cede;
aplasta como montaña,
y como la flecha, hiere.
Madrid entero lo adivina;
Madrid late por sus sienes;
sus pulsos vibran hirviendo
de hermosa sangre caliente,
y en su corazón, rugiendo
cantan millones de seres.
No sé quién fue, quién ha sido:
¡toda la ciudad lo tiene!
¡Madrid, a su espalda, le alienta;
Madrid entero le sostiene!
¡Un cuerpo, un alma, una vida,
como un gigante se yerguen
a las puertas del Madrid
del miliciano valiente!
¿Es alto, rubio, delgado?
¿Moreno, apretado, fuerte?
Es como todos. ¡Es todos!
¿Su nombre? Su nombre ruede
sobre el estrépito ronco;
ruede vivo entre la muerte;
ruede como una flor viva,
siempreviva para siempre.
Se llama Andrés o Francisco,
se llama Pedro Gutiérrez,
Luis o Juan, Manuel, Ricardo,
José, Lorenzo, Vicente...
Pero, no. ¡Se llama sólo
Pueblo Invicto para siempre!

SIEMPRE por ALEJANDRA PIZARNIK


a Rubén Vela
Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios!
Cansada por fin de las muertes de turno
a la espera de la hermana mayor
la otra la gran muerte
dulce morada para tanto cansancio

EL OJO DEL POETA OBSCENAMENTE VE por LAWRENCE FERLINGHETTI


El ojo del poeta obscenamente ve
la redonda superficie del mundo
con sus ebrios tejados
y pájaros de madera en los tendederos
y machos y hembras de barro
con piernas de fuego y pechos de botón de rosa
en sus camas plegables
y árboles llenos de misterios
y parques dominicales con sus mudas estatuas
y sus Estados Unidos
con ciudades fantasma y desiertas islas de Elis
y su paisaje surrealista de
praderas sin sentido
supermercados en los suburbios
cementerios con calefacción
días festivos de cinerama
y catedrales protestando
un mundo impermeable a los besos con tapas de retrete de plástico
y tampax y taxis
y vaqueros de almacén y vírgenes de Las Vegas
indios sin tierra y matronas cinéfilas
senadores no romanos y concienzudos no objetores
y todos los demás fragmentos esparcidos
del bello sueño de los inmigrantes hecho realidad
y disperso
entre los bañistas que se broncean al sol

SOBRE UNA MUCHACHA AHOGADA por BERTOLD BRECHT


Sin hundirse, la ahogada descendía
por los arroyos y los grandes ríos,
y el cielo de ópalo resplandecía
como si acariciara su cadáver.

Las algas se enredaban en el cuerpo
y aumentaba su peso lentamente.
Le rozaban las piernas fríos peces.
Todo frenaba su último viaje.

El cielo, anocheciendo, era de humo,
y a la noche hubo estrellas vacilantes.
Pero el alba fue clara para que aún
tuviera la muchacha un nuevo día.

Al pudrirse en el agua el cuerpo pálido,
la fue olvidando Dios: primero el rostro,
luego las manos y, por fin, el pelo.
Ya no era sino un nuevo cadáver de los ríos.

TRABAJOS DE OFICINA por JULIO CORTAZAR


Mi fiel secretaria es de las que toman su función al-pie-de-la-letra, y ya se sabe que eso significa pasarse al otro lado, invadir territorios, meter los cinco dedos en el vaso de leche para sacar un pobre pelito.
Mi fiel secretaria se ocupa o querría ocuparse de todo en mi oficina. Nos pasamos el día librando una cordial batalla de jurisdicciones, un sonriente intercambio de minas y contraminas, de salidas y retiradas, de prisiones y rescates. Pero ella tiene tiempo para todo, no sólo busca adueñarse de la oficina, sino que cumple escrupulosa sus funciones. Las palabras, por ejemplo, no hay día en que no las lustre, las cepille, las ponga en su justo estante, las prepare y acicale para sus obligaciones cotidianas. Si se me viene a la boca un adjetivo prescindible —porque todos ellos nacen fuera de la órbita de mi secretaria, y en cierto modo de mí mismo—, ya está ella lápiz en mano atrapándolo y matándolo sin darle tiempo a soldarse al resto de la frase y sobrevivir por descuido o costumbre. Si la dejara, si en este mismo instante la dejara, tiraría estas hojas al canasto, enfurecida. Está tan resuelta a que yo viva una vida ordenada, que cualquier movimiento imprevisto la mueve a enderezarse, toda orejas, toda rabo parado, temblando como un alambre al viento. Tengo que disimular, y so pretexto de que estoy redactando un informe, llenar algunas hojitas de papel rosa o verde con las palabras que me gustan, con sus juegos y sus brincos y sus rabiosas querellas. Mi fiel secretaria arregla entre tanto la oficina, distraída en apariencia pero pronta al salto. A mitad de un verso que nacía tan contento, el pobre, la oigo que inicia su horrible chillido de censura, y entonces mi lápiz vuelve al galope hacia las palabras vedadas, las tacha presuroso, ordena el desorden, fija, limpia y da esplendor, y lo que queda está probablemente muy bien, pero esta tristeza, este gusto a traición en la lengua, esta cara de jefe con su secretaria.

LO DEMÁS ES SILENCIO por AUGUSTO MONTERROSO


a) Se declara que deben establecerse urgentemente mejores relaciones entre el escritor y la escritora.
b) Que para garantizar de manera real y efectiva la libre emisión de sus concepciones, a partir de esta fecha se prohíba a los escritores de ambos sexos el uso exagerado de cualquier clase de anticonceptivos, toda vez que muchas monstruosidades literarias de los últimos años (principalmente en el campo de la novela, el cuento, el ensayo y la poesía) han tenido su origen en esa reconocida práctica exótica.
c) Que para los fines del caso se obligue o recomiende a los Ministros de Educación del Continente la lectura de todo libro que estimen oportuno.
d) Que para que los escritores puedan ventilar en forma adecuada sus diferencias, las autoridades sanitarias de cada país, debidamente identificadas, coloquen ventiladores ad hoc en las casas de los más pobres, de preferencia cerca de sus máquinas de escribir, o plumas.
e) Que en vez de perseguir a los escritores, las autoridades persigan a las escritoras, tarea que, como una maldición bíblica, se ha dejado hasta la fecha a los primeros, con los resultados ampliamente conocidos en el Departamento Demográfico (ver Informe anual del mismo, Vol. 13, 1965) y en clínicas menos honestas.
f) Que por elemental cortesía todo libro escrito por escritora sea leído antes que cualquier libro escrito por escritor.
g) Que a la hora de editar cualquier clase de libro los editores acaten motu proprio la resolución precedente.
h) Que cuando publiquen algún libro de carácter subversivo, los editores del mismo ofrezcan un coctel a las autoridades para suavizar de alguna manera los perniciosos efectos de la publicación.
i) Se declara suficientemente discutido y aceptado que entre los escritores como entre las escritoras el derecho a la opinión ajena es la guerra.
j) Con el impostergable objeto de fomentar las relaciones entre los escritores del Continente, se establece de manera obligatoria que los que deseen tratarse de tú o vos lo hagan así; los que deseen tratarse de usted,
también; y los que no deseen tratarse de ningún modo no se traten ni de tú, ni de vos, ni de usted, según las circunstancias.
k) Como resultado de la actual experiencia, se reconoce a nivel continental que la mejor manera de dejar de interesarse por las obras de los otros autores consiste en conocer personalmente a éstos.
l) Que las ideas deben ser difundidas a través de todos los medios disponibles por los dueños de los mismos, a fin de hacerlas llegar adecuadamente a un público cada vez más amplio y sediento de ellas.
m) Que para defenderse de la explotación a que por lo común los someten los editores, los escritores que así lo prefieran se nieguen a publicar sus libros bajo las condiciones de aquéllos y los lleven a las editoriales que el Estado creará de acuerdo con la recomendación.
n) Se recomienda que los respectivos Estados establezcan editoriales (naturalmente sin ningún género de injerencia en ellas) para beneficio de aquellos autores que prefieran negarse a publicar sus libros bajo los inicuos convenios de los editores y defenderse así de la sangría permanente a que éstos los sujetan con fines inconfesables.
ñ) Que el Estado, aparte de la mención honorífica acostumbrada, obsequie una residencia a los mejores poetas de cada año o mes, en los lugares que éstos escojan.
o) A fin de garantizar un merecido descanso a nuestros hombres y mujeres de letras, se les recomienda, cuan-do carezcan del deseo correspondiente, la abstención entre ellos de todo tipo de amor libre.
p) Que para evitar la explotación que sobre los creadores ejercen los libreros el escritor remita gratuitamente sus libros a los miembros de esta Sociedad, lo que le garantizará recibir multiplicados en progresión geométrica (de acuerdo con el creciente número de miembros) los que envíe, para su mayor solaz y esparcimiento.
q) Que cuando algún compañero, ya sea por sus ideas políticas, por sus vicios o por sus malas artes en cual-quier terreno fuere debidamente encarcelado, todos los miembros de esta Sociedad le envíen en el acto sus libros, ya sea como muestra de solidaridad o de franco repudio.
r) Se escoge “Escribir es Vivir” como nuestro lema.
s) Que vista la enormidad de las distancias y la creciente falta de tiempo para leer las obras de los compañeros, se reconoce el derecho de cada uno a releer la propia, con la calma que estime necesaria.
t) Que si el Estado es fuerte, unidos seremos aún más fuertes que el Estado, pues no debemos olvidar que nuestra fuerza como escritores y escritoras es, si no inferior, por lo menos igual a la de cualquier otro arte o ciencia.
u) Que en caso de padecer encarcelamiento injusto cada escritor se convierta en una verdadera esfinge y en los interrogatorios pronuncie cada vez que pueda frases enigmáticas o ininteligibles que llenen de confusión al enemigo.
v) Que cuando un escritor sufra injustamente exilio involuntario convierta éste, si es posible en el instante mismo de abandonar el aeropuerto o barco, en exilio voluntario lo que redundará en justo desprestigio del gobierno espurio, o dictadura.
w) Que deberán hacerse constantes pronunciamientos contra la guerra, que en el fondo sólo trae molestias, cuando no destrucción y muerte.
x) Que los escritores mantengan abundante y amena correspondencia entre sí para no perder los contactos tan penosamente hechos por medio de éste y similares congresos
y) Que cualquier crítica a éste o futuros congresos del mismo carácter sea aceptada sin afectación ni falsa amargura, de acuerdo con los principios que nos unen, que por lo general son más que los que nos desunen.
z) Se declara finalmente que todo escritor cuenta con el inalienable derecho a hacer caso omiso de cualquier dificultad o escollo y convertirse en un best seller, sin que ello, en ninguna circunstancia, signifique éste u otro tipo de superioridad sobre sus compañeros, o ven-taja para el editor.

NOCTURNOS 2 por OLIVERIO GIRONDO


DEBAJO de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.

REPRESENTACION por ARTHUR RIMBAUD



Bribones solidísimos. Muchos explotaron vuestros mundos.
Sin necesidades, y con poca prisa por llevar a la práctica sus
brillantes facultades y su experiencia de vuestras conciencias.
¡Qué hombres tan maduros! Ojos embrutecidos, al modo de la
noche de verano, rojos y negros, tricolores, de acero picado, de
estrellas de oro; facies deformadas, plomizas, demudadas, incendiadas;
¡carrasperas retozonas! ¡El andar cruel de los relumbrones!
— Hay algunos jóvenes, — ¿cómo podrían mirar a
Cherubino? — provisto de voces espantables y de recursos peligrosos.
Los mandan a tomar espalda a la ciudad, trajeados
con lujo repugnante.
¡Oh violentísimo paraíso de la mueca rabiosa! Ni comparación
con vuestros Faquires y las restantes bufonadas escénicas.
En trajes improvisados con gusto de pesadilla interpretan quejas,
tragedias de malandrines y de semidioses espirituales
como nunca lo han sido ni la historia ni las religiones. Chinos,
hotentotes, bohemios, necios, hienas, Molocs, viejas demencias,
demonios siniestros, mezclan los giros populares, maternos,
con las posturas y las ternezas bestiales. Podrían interpretar
obras nuevas y canciones de «niñas buenas». Maestros
malabaristas, transforman el lugar y las personas, utilizando la
comedia magnética. Los ojos llamean, la sangre canta, los huesos
se ensanchan, las lágrimas y los hilillos rojos chorrean. Su
burla o su terror dura un minuto, o meses enteros.
Tengo yo solo la llave de esta representación salvaje.

VOCES por CONSTANTINO KAVAFIS


Voces ideales y amadas
de aquellos que murieron, o de aquellos que han
desaparecido para nosotros como los muertos.

A veces hablan en nuestros sueños;
a veces las escucha nuestro espíritu en el pensamiento.

Y con su rumor por un instante retornan
ecos de la primera poesía de la vida nuestra -
como una música, en la noche, lejana, que se apaga.

LA EDAD ,EL RELAMPAGO, LA MANO Y LA HOJA por JEAN ARP


la edad tiene manos de flechas.
la edad es una planta
que habla como una hoja desnuda
y tiende trampas de luz blanca
el relámpago crece en una mano desnuda.
el relámpago habla de la edad sin campana
y saluda al espacio desnudo
que viene de la luz muda.
la mano es blanca como una pluma de planta
la mano es blanca como una hoja de flecha.
la mano lleva una campana que duerme
por el espacio mudo
y se posa en un relámpago dormido.
la hoja es una mano muda
la hoja se olvida que duerme.
habla como una campana desnuda
y despierta al espacio blanco
que cae en una trampa muda.
las hojas intercambian espacios que duermen.



sábado, junio 28, 2014

GONZALO ROJAS: OSCURO RELAMPAGO por ADOLFO CASTAÑON


1) México, octubre de 1979. El
poeta mexicano Jaime Reyes
me invitó a su casa para “compartir
algo muy valioso”. Era
Oscuro, el libro de Gonzalo Rojas que se
acababa de publicar en Caracas con el
sello de Monte Ávila. Jaime Reyes me
leyó varios poemas del libro en voz alta.
Ahora tú, me dijo, y me pidió que leyera
los mismos. Luego volvió a leerlos y
me miró con ojos de pregunta: “¿Te diste
cuenta?” “Sí, el poema cambia con el
lector”, —dije. Él insistió: no, no sólo eso:
el poema te obliga a leerte.
2) Noviembre de 1986. De visita en casa
de Álvaro Mutis: Álvaro ¿por qué estás
tan contento? Es que hoy me escribió
Gonzalo Rojas.
3) Nueva York; julio de 1992. —¿Qué tal
el viaje?, me pregunta al llegar el poeta
cubano José Kozer. Antes de que pueda
responder: ¿me trajiste el libro de Gonzalo
Rojas que Julio Sau, del Fondo de Cultura
Económica, publicó en Chile?
4) Lima, marzo de 1994. Y ¿cómo empezaste
a leer a Paul Celan?, le pregunto
a Blanca Varela. El culpable es Gonzalo
Rojas, claro.
5) Medellín, Colombia, junio de 1995.
Gonzalo Rojas ha viajado a Medellín al
Festival de Poesía de la Revista Prometeo,
que se inaugura en un auditorio al
aire libre. Es de noche y comienza una
lluvia torrencial. El auditorio aguanta
valiente e imperturbablemente el chaparrón:
Gonzalo Rojas lee, hace olvidar la
lluvia, hace reír al auditorio, lo conmueve.
Al salir, mezclado con la multitud de
jóvenes, oigo las siguientes frases: “...el
que más me llamó la atención fue ese
chileno, Rojas, ese señor sabe masticar el
aire”.
“Déme algún tiempo para masticar
esta materia preciosa”, le escribió Gabriela
Mistral a fines de los años cuarenta
para agradecerle el envío de La miseria
del hombre.
A Gonzalo Rojas siempre lo he sentido
cerca de Quevedo y esto tiene que
ver con la densidad, con el peso de su
palabra a la vez desnuda y suntuosa:
polen de aquel polvo enamorado; en él
la piedra se hace semilla.
El diálogo de las serpientes —Prosa
y Verso— , se cumple como un comercio
entre la velocidad oral y la parsimonia
escrita, un comercio entre la conversación
de los difuntos y la charla viva. El
mestizaje del que habla Eduardo Milán
se cumple como una alianza amorosa y
desesperada entre la voz y su oscuridad.
Inspiración, soplo: Antología de aire,
Recapitulación del aliento vital. Cada
poema de Gonzalo Rojas expresa un momento
único, cada uno despliega un ritmo
respiratorio específico.
No es un secreto que la poesía latinoamericana
está enferma de adornos y
elocuencia altisonante. La experiencia del
Desierto, de la aridez de la palabra, de la
imposibilidad de decir nada verdadero
que marcó a la poesía europea posterior
a la segunda Guerra, al parecer afectó
tardíamente a la florida elocuencia americana.
Escasas excepciones han devuelto
a la palabra poética la gravedad, dignidad
de su oficio.
Una de ellas, Gonzalo Rojas; gracias
a la poesía de Gonzalo Rojas, algunas palabras
de la tribu son menos impuras.
Gracias a Gonzalo Rojas algunas palabras,
algunas voces, están salvadas.
“Si me preguntaran quién fue Celan
debo decir: yo soy Celan” sostiene Gonzalo
Rojas y decide así encarnar al sobreviviente,
al testigo del Holocausto y
de la zarza ardiente. Esa conciencia de
la devastación presta a la palabra de Gonzalo
Rojas un poder singular entre la heterolalia
y la Acalculia:
“Justamente —escribe Enrique Lihn—
lo que esa poesía tiene de crispadamente
hermético pone de relieve la proximidad
con cierta zona de incomunicación. Es
una poesía que llega a un punto en el que
verdaderamente está hablando de algo
que no se puede comunicar”. Comunicando
algo de lo que no se puede hablar
Cuando a Paul Celan se le dio el Premio
Bremen por su poesía, en el año de
1958, su discurso recordó al auditorio
que denken (pensamiento) y danken (agradecer)
son palabras que vienen de la misma
fuente: ambas nos recuerdan a los
otros ausentes cuyo lenguaje compartía.
Gracias a Gonzalo Rojas por su gratitud,
gracias por su pensamiento.
En su obra, Gonzalo Rojas crea un
vasto y poderoso aliento. La riqueza de
su mundo gravita en torno a un eje imaginario
cuya justicia poética se ordena
en constelaciones a la par musicales y
conceptuales, emotivas y votivas. En
el concierto de su diversidad rítmica,
Rojas suscita los armónicos de una tradición
ineludible y singular: la lírica arcaica
griega, la poesía elegiaca latina, la
agudeza punzante de la poesía del siglo
de oro español (Quevedo y Aldana),
amén de la turbulencia seminal de la
lírica expresionista y de vanguardia.
Avanza la poesía de Rojas en una línea
espiral, obstinada serpentina que es a
un tiempo regla ascética y compás trágico.
Canasta de frutas aterciopeladas y
espinosas, la poesía de Rojas aparece como
un reservorio de semillas cuya susceptible
latencia sólo espera el contacto
con la raíz receptiva inteligente del lector.
De ahí su incesante urgencia, su vigencia
perdurable.



“Porque dicho en confianza: ¿cuándo
no se pierde?” Gonzalo Rojas,
26 de noviembre de 1996

CORREOS Y TELECOMUNICACIONES por JULIO CORTAZAR


Una vez que un pariente de lo más lejano llegó a ministro, nos arreglamos para que nombrase a buena parte de la familia en la sucursal de Correos de la calle Serrano. Duró poco, eso sí. De los tres días que estuvimos, dos los pasamos atendiendo al público con una celeridad extraordinaria que nos valió la sorprendida visita de un inspector del Correo Central y un suelto laudatorio en La Razón. Al tercer día estábamos seguros de nuestra popularidad, pues la gente ya venía de otros barrios a despachar su correspondencia y a hacer giros a Purmamarca y a otros lugares igualmente absurdos. Entonces mi tío el mayor dio piedra libre, y la familia empezó a atender con arreglo a sus principios y predilecciones. En la ventanilla de franqueo, mi hermana la segunda obsequiaba un globo de colores a cada comprador de estampillas. La primera en recibir su globo fue una señora gorda que se quedó como clavada, con el globo en la mano y la estampilla de un peso ya humedecida que se le iba enroscando poco a poco en el dedo. Un joven melenudo se negó de plano a recibir su globo, y mi hermana lo amonestó severamente mientras en la cola de la ventanilla empezaban a suscitarse opiniones encontradas. Al lado, varios provincianos empeñados en girar insensatamente parte de sus salarios a los familiares lejanos, recibían con algún asombro vasitos de grapa y de cuando en cuando una empanada de carne, todo esto a cargo de mi padre que además les recitaba a gritos los mejores consejos del viejo Vizcacha. Entre tanto mis hermanos, a cargo de la ventanilla de encomiendas, las untaban con alquitrán y las metían en un balde lleno de plumas. Luego las presentaban al estupefacto expedidor y le hacían notar con cuánta alegría serían recibidos los paquetes así mejorados. «Sin piolín a la vista», decían. «Sin el lacre tan vulgar, y con el nombre del destinatario que parece que va metido debajo del ala de un cisne, fíjese.» No todos se mostraban encantados, hay que ser sincero.
Cuando los mirones y la policía invadieron el local, mi madre cerró el acto de la manera más hermosa, haciendo volar sobre el público una multitud de flechitas de colores fabricadas con los formularios de los telegramas, giros y cartas certificadas. Cantamos, el himno nacional y nos retiramos en buen orden; vi llorar a una nena que había quedado tercera en la cola de franqueo y sabía que ya era tarde para que le dieran un globo.

ESPACIO RESPIRACIÓN, IMAGEN por JOSE LEZAMA LIRA



Existe una función creadora en el hombre, trascendental-
orgánica, como existe en el organismo la función
que crea la sangre.La poiética y la hematopoiética
tienen idéntica finalidad. Instante en que lo inorgánico
se transforma en respirante, es decir, en que
aparece el espacio asimilado, pues la respiración es
el espacio asimilado que se devuelve. En una superficie
de metal, ágata o piedra, el aire es refractado,
devuelto; el vegetal lo incorpora, pero sin posibilidad
de diálogo. El hombre solamente asimila el espacio
y lo devuelve con logos, con un sentido, es el verbo.
El verbo era Dios y Dios era el verbo, los dos espacios,
el exterior y el interior, el visible y el invisible
se comunican, o mejor, están ya en la unidad. La
frase de Héraclito, en el sueño el alma tiene ojos de
lince, y la de Bloy, la mejor música es la respiración
de los santos, coinciden por igual la vigilia y el
sueño, la agudeza y lo vegetativo, el oleaje y el mirador.
En el sueño, tal como aparece en las teogonías,
el alma unida al aliento se refugia en las cejas,
el O H M, por eso los antiguos afirmaban que si en
el sueño golpeáramos esa región con un martillo de
plata, el hombre muere.
De tal manera que el verbo aparece como la imagen
de lo estelar.Voz, verbo e imagen, trilogía que
sólo acompaña al hombre. En la respiración del
hombre se conjuga por instantes en el verbo, la voz,
la imagen con lo telúrico de las entrañas. El espacio
más secreto del hombre se transfigura con la llegada
de lo estelar.


Fragmento de la ponencia“Sobre poesía”,
presentada en el Congreso de la Habana

MIGUEL MORALES FUENTES "EL TIPOGRAFO HURAÑO" por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


El alma de un poeta es como un paisaje, este postulado se concretiza en la poesía de Miguel Morales, sus pasos de sureño por las tierras del norte que han sido su hogar, su alma es paisaje porque a través de sus poemas ha creado una cosmovisión pictórica de pensamientos , las evocaciones de su tierra natal sus gruesos trazos de larismo , sus matices en cada esbozo y trazo de sentimiento hacen de su obra un testimonio fiel de un oficio evolucionado, que no sólo se limitó a lo que las palabras pudieran entregarle para saciar sus ansias de manifestar su espíritu, la gráfica también se rindió ante el poeta.

Sólo como dato biográfico Morales nace en Capitán Pastene, en plena Araucanía, y es algo que queda patente en algunos poemas de su primer libro ELEGIA Y REGRESO poemario publicado en Santiago de Chile en 1966, hay sin lugar a dudas en el corpus de este libro la impronta de la descarnada Capital de Chile, en poemas como LA VIDA EN LA METROPOLI, MAPOCHO, Y ELEGIA A UNA MUCHACHA MUERTA EN LAS CALLES DE SANTIAGO. Se entrelazan con los nostálgicos versos de los demás poemas que conviven con una carga emotiva que resaltan ese rasgo antes mencionado, este libro tiene como subtítulo y entre paréntesis Poemas de Juventud y es en este punto que podemos trazar la línea de oficio del poeta Morales.


Sin Embargo , su segundo libro que aparece en 1972 entrega una poesía más robusta , mas diáfana y que va abarcando más parcelas dentro de esa melancolía hecha un fuego eterno ese a ratos evocar una historia que nos reafirma como ser humano y sobrevivir a punta de versos a las nuevas tierras a los nuevos climas y experiencias, aun así, el poeta se entrega al torbellino de imágenes que le puede entregar su memoria, los cuadros precisos que mencionar , las llaves que abren las puertas de lo que deseamos líricamente exhalar, una suerte de ejercicio de catarsis rítmica Sobresalen el poema AMORASTRID,EL RECUERDO INEVITABLE, CUENTO PARA CAMI. Recomendaría al lector no caer en el error, que tanta nostalgia pueda ser rasgo de debilidad o de estado crepuscular, porque a este sentimiento se ve envuelto por la reciedumbre de la voz poética de Morales.


En los versos del Tipógrafo Huraño del año 2000 , vemos a un poeta más maduro y más abierto a la vorágine del mundo, a la autocrítica observándose a sí mismo y a través de si al orden social que le rodea, un autoanálisis a momentos profundo y a ratos enunciativo, muestra de la reflexión y un oficio que hace con palabras sencillas decir lo que precisamente se desea decir, eso es experiencia, la nostalgia continua pero ya tiene un cariz de tregua, se invita a la muerte a la mesa como testigo y como amanuense. Aquí me detengo y cito, a modo de graficar la visión de Morales:
“La Poesía también es un dolor/ la falta de un no sé qué/ un lugar común que andar o desandar”
La poesía como una madre severa, como una amante esquiva o como una maldición, es el tópico que ha seducido a escritores por los siglos de los siglos y Morales no escapa de ello, frente a su mirar de Buen Hombre se antepone la realidad que no se puede evadir, poemas como EL VIEJO DEL RINCON AZUL, POEMARIA , EL DON DE LA POBREZA, nos entrega todo lo antes mencionado. No se puede dejar de mencionar un acápite llamado RECREANDO POESIA ALEMANA, una serie de
Breverías del Tipógrafo Huraño es un ejercicio literario que tiene por fecha de nacimiento el año 2012, pero la verdad es que fue gestándose años antes, este lúdico concepto se plasmó en una serie de tarjetitas en un sobre, breves versos que muestran una realidad bajo un juicio tajante y preciso, sin duda una pieza de colección.


El alma del poeta Miguel Morales Fuentes es un paisaje donde los espacios y los detalles van alimentando al espíritu de lector un paisaje de múltiples tonalidades, matices, claroscuros y detalles que nos muestran una cosmovisión n
ostálgica pero vigorosa, reflexiva pero además lúdica.

ESTATURA Y POESÍA por AUGUSTO MONTERROSO


Los enanos tienen una especie de sexto sentido
que les permite reconocerse a primera vista.
Eduardo Torres

Sin empinarme, mido fácilmente un metro sesenta. Desde pequeño fui pequeño. Ni mi padre ni mi madre fueron altos. Cuando a los quince años me di cuenta de que iba para bajito me puse a hacer cuantos ejercicios me recomendaron, los que no me convirtieron ni en más alto ni en más fuerte, pero me abrieron el apetito. Esto sí fue problema, porque en ese tiempo estábamos muy pobres. Aunque no recuerdo haber pasado nunca hambre, lo más seguro es que durante mi adolescencia pasé buenas temporadas de desnutrición. Algunas fotografías (que no siempre tienen que ser borrosas) lo demuestran. Digo todo esto porque quizá si en aquel tiempo hubiera comido no más sino mejor, mi estatura sería ahora más presentable. Cuando cumplí veintiún años, ni un día menos, me di por vencido, dejé los ejercicios y fui a votar.
De todos es sabido que los centroamericanos, salvo molestas excepciones, no han sido generalmente favo-recidos por una estatura extremadamente alta. Dígase lo que se diga, no se trata de un problema racial. En América hay indios que aventajan en ese sentido a muchos europeos. La verdad es que la miseria y la consiguiente desnutrición, unidas a otros factores me-nos espectaculares, son la causa de que mis paisanos y yo estemos todo el tiempo invocando los nombres de Napoleón, Madero, Lenin y Chaplin cuando por cual-quier razón necesitamos demostrar que se puede ser bajito sin dejar por eso de ser valiente.
Con regularidad suelo ser víctima de chanzas sobre mi exigua estatura, cosa que casi me divierte y conforta, porque me da la sensación de que sin ningún es-fuerzo estoy contribuyendo, por deficiencia, a la pasa-jera felicidad de mis desolados amigos. Yo mismo, cuando se me ocurre, compongo chistes a mi costa que después llegan a mis oídos como productos de creación ajena. Qué le vamos a hacer. Esto se ha vuelto ya una práctica tan común, que incluso personas de menor estatura que la mía logran sentirse un poco más altas cuando dicen bromas a mi costa. Entre lo mejorcito está llamarme representante de los Países Bajos y, en fin, cosas por el estilo. ¡Cómo veo brillar los ojos de los que creen estarme diciendo eso por primera vez! Después se irán a sus casas y enfrentarán los problemas económicos, artísticos o conyugales que los ago-bian, sintiéndose como con más ánimo para resolverlos.
Bien. La desnutrición, que lleva a la escasez de estatura, conduce a través de ésta, nadie sabe por qué, a la afición de escribir versos. Cuando en la calle o en alguna reunión encuentro a alguien menor de un metro sesenta, recuerdo a Torres, a Pope o a Alfonso Reyes, y presiento o casi estoy seguro de que me he topado con un poeta. Así como en los francamente enanos está el ser rencorosos, está en los de estatura mediana el ser dulces y dados a la melancolía y la contemplación, y parece que la musa se encuentra más a sus anchas, valga la paradoja, en cuerpos breves y aun contrahechos, como en los casos del mencionado Pope y
de Leopardi. Lo que Bolívar tenía de poeta, de ahí le venía. Quizá sea cierto que el tamaño de la nariz de Cleopatra está influyendo todavía en la historia de la Humanidad; pero tal vez no lo sea menos que si Rubén Darío llega a medir un metro noventa la poesía en castellano estaría aún en Núñez de Arce. Con la excep-ción de Julio Cortázar, ¿cómo se entiende un poeta de dos metros? Vean a Byron cojo y a Quevedo patizambo; no, la poesía no da saltos.
Llego a donde quería llegar.
El otro día me encontré las bases de unos juegos florales centroamericanos que desde 1916 se celebran en la ciudad de Quezaltenango, Guatemala. Aparte de la consabida relación de requisitos y premios propios de tales certámenes, las bases de éste traen, creo que por primera vez en el mundo, y espero que por última, una condición que me movió a redactar estás líneas, inseguro todavía de la forma en que debe interpretarse.
El inciso e) del apartado “De los trabajos”, dice:
“e) Debe enviarse con cada trabajo, pero en sobre aparte, perfectamente cerrado, rotulado con el pseudó-nimo y título del trabajo que ampara, una hoja con el nombre del autor, firma dirección, breves datos bio-gráficos y una fotografía. Asimismo se suplica a los participantes en verso enviar, completando los datos, su altura en centímetros para coordinar en mejor forma el ritual de la reina de los Juegos Florales y su cor-te de honor.”
Su altura en centímetros.
Una vez más pienso en Pope y en Leopardi, afines únicamente en esto de oír (con rencor o con tristeza) pasar riendo a las parejas normales, en las madrugadas, después de la noche del día de fiesta, frente a sus cuartos compartidos duramente con el insomnio.

A LOS ENMUDECIDOS por GEORGE TRAKL


Oh, el delirio de la gran ciudad, cuando en la tarde
junto al negro muro achaparrados árboles se tensan;
bajo máscara argéntea mira el espíritu del mal;
la luz con magnético azote la pétrea noche rechaza.

Oh, el sumido sonar de las campanas de la tarde.
Ramera que en helados escalofríos un niñito muerto parió.
Furiosa fustiga la ira de Dios la frente del poseso,
purpúrea epidemia, hambre que quiebra verdes ojos.
Oh, la horrible risa del oro.

Pero silente sangra en oscura cuenca tan enmudecida humanidad,
aúna de duros metales la redentora cabeza.

EL LOCO Y LA VENUS por CHARLES BAUDELAIRE


¡Qué admirable día! El vasto parque desmaya ante la mirada abrasadora del Sol, como
la juventud bajo el dominio del Amor.
El éxtasis universal de las cosas no se expresa por ruido ninguno; las mismas aguas
están como dormidas. Harto diferente de las fiestas humanas, ésta es una orgía silenciosa.
Diríase que una luz siempre en aumento da a las cosas un centelleo cada vez mayor;
que las flores excitadas arden en deseos de rivalizar con el azul del cielo por la energía de
sus colores, y que el calor, haciendo visibles los perfumes, los levanta hacia el astro como
humaredas.
Pero entre el goce universal he visto un ser afligido.
A los pies de una Venus colosal, uno de esos locos artificiales, uno de esos bufones
voluntarios que se encargan de hacer reír a los reyes cuando el remordimiento o el hastío
los obsesiona, emperejilado con un traje brillante y ridículo, con tocado de cuernos y
cascabeles, acurrucado junto al pedestal, levanta los ojos arrasados en lágrimas hacia la
inmortal diosa.
Y dicen sus ojos: Soy el último, el más solitario de los seres humanos, privado de
amor y de amistad; soy inferior en mucho al animal más imperfecto. Hecho estoy, sin
embargo, yo también, para comprender y sentir la inmortal belleza. ¡Ay! ¡Diosa! ¡Tened
piedad de mi tristeza y de mi delirio!»
Pero la Venus implacable mira a lo lejos no sé qué con sus ojos de mármol.

EL MAESTRO DE LA SABIDURÍA por OSCAR WILDE


Desde su niñez había sido como es quien está lleno del perfecto
conocimiento de Dios, y cuando no era todavía más que un adolescente,
muchos de entre los santos, lo mismo que algunas santas mujeres que
habitaban en la ciudad libre donde él nació, se habían quedado asombrados
por la grave sabiduría de sus respuestas.
Y cuando sus padres le hubieron entregado la túnica y el anillo de la edad
viril, les besó y se separó de ellos, y se fue por el mundo, para hablar al
mundo de Dios. Pues había muchos en el mundo en aquel tiempo que no
conocían a Dios o tenían de Él no más que un conocimiento incompleto o
adoraban a los falsos dioses que moran en las arboledas y no se cuidan de
sus adoradores.
Y dirigió su rostro hacia el sol y emprendió su camino, andando sin
sandalias, como había visto caminar a los santos, y llevando al cinto una
bolsa de cuero y una pequeña redoma de barro cocido para el agua.
Y yendo a lo largo del camino se sentía lleno del gozo que procede del
perfecto conocimiento de Dios, y cantaba sin cesar alabanzas a Dios. Y
después de algún tiempo llegó a una tierra extraña en la que había muchas
ciudades.
Y atravesó once ciudades. Y algunas de estas ciudades se hallaban en
los valles, y otras estaban en las orillas de grandes ríos, y otras estaban
erigidas sobre colinas. Y en cada ciudad encontró un discípulo que le amó y
le siguió, y le seguía también una gran multitud de gente de cada ciudad, y
el conocimiento de Dios se esparció por toda la comarca, y muchos de los
dirigentes se convirtieron, y los sacerdotes de los templos que albergaban a
ídolos se dieron cuenta de que habían desaparecido la mitad de sus
ganancias, y de que cuando batían sus tambores a mediodía, nadie, o tan
sólo unos cuantos, venían con pavos reales o con ofrendas de carne, como
había sido costumbre en aquella tierra antes de su llegada.
Sin embargo, cuanto más le seguía la gente y mayor era el número de sus
discípulos, tanto mayor se volvía su tristeza. Y él no sabía por qué su
aflicción era tan grande, pues hablaba siempre de Dios, e inspirado por la
plenitud del conocimiento perfecto de Dios que Dios mismo le había dado.
Y, una tarde, salió de la undécima ciudad, que era una ciudad de
Armenia, y sus discípulos y una gran multitud de gente iban tras él; y subió
a una montaña y se sentó en una roca que había en la montaña, y sus
discípulos, de pie, le rodearon, y la multitud se arrodillo en el valle.
Y él inclinó la cabeza, la ocultó entre las manos y lloró, y dijo a su alma:
-¿Por qué estoy lleno de tristeza y de temor, y es cada uno de mis
discípulos como un enemigo que anda a plena luz del día?
Y su alma respondiéndole le dijo:
-Dios te llenó del conocimiento perfecto de sí mismo, y tú has entregado
ese conocimiento a los demás. La perla de gran precio la has dividido, y la
túnica inconsútil la has rasgado en dos pedazos. El que entrega la sabiduría
se roba a sí mismo; es como quien da su tesoro a un ladrón. ¿No es Dios
más sabio de lo que eres tú? ¿Quién eres tú para desvelar el secreto que
Dios te ha confiado? En un tiempo fui rica, y tú me has empobrecido. En un
tiempo vi a Dios, y tú me le has ocultado.
Y lloró de nuevo, pues sabía que su alma le decía la verdad, y que había
dado a otros el conocimiento perfecto de Dios, y que era ahora como
alguien que se agarra a la túnica de Dios, y que su fe le estaba abandonando
a razón del número de los que creían en él.
Y se dijo a sí mismo:
-No hablaré más de Dios. Quien entrega la sabiduría se roba a sí mismo.
Y algunas horas después, sus discípulos se acercaron a él y se
prosternaron y dijeron:
-Maestro, háblanos de Dios, pues tú tienes el conocimiento perfecto de
Dios, y ningún hombre más que tú tiene ese conocimiento.
Y él respondiéndoles dijo:
-Os hablaré de todas las demás cosas que hay en el cielo y en la tierra,
pero de Dios no os hablaré. Ni ahora ni en ninguna otra ocasión os hablaré
de Dios.
Y ellos se encolerizaron contra él y le dijeron:
-Nos has conducido al desierto para que te escucháramos, ¿quieres
despedirnos ahora hambrientos, a nosotros y a la gran multitud que has
hecho que te siguiera?
Y él respondiéndoles dijo:
-No os hablaré de Dios.
Y la multitud murmuraba contra él y le decía:
-Nos has conducido al desierto y no nos has dado alimento que comer.
Háblanos de Dios y nos bastará. Pero él no les respondió palabra alguna,
pues sabía que si les hablaba de Dios entregaría su tesoro.
Y sus discípulos se fueron entristecidos, y la multitud regresó a los
hogares, y muchos perecieron por el camino.
Y cuando estuvo solo, se levantó y dirigió su rostro hacia la luna, y viajó
durante siete lunas, sin hablar a ningún hombre y sin dar respuesta alguna.
Y, cuando la séptima luna estaba en su cuarto megguante, llegó a ese
desierto que es el desierto del Gran Río. Y habiendo encontrado una
caverna en que había vivido un centauro la tomó por morada, y se hizo una
estera de juncos para lecho, y se convirtió en ermitaño. Y, a cada hora, el
ermitaño alababa a Dios que había permitido que conservara algún
conocimiento de Él y de su grandeza admirable.
Y una tarde, estando el ermitaño sentado delante de la cueva en la que
había hecho su morada, vio a un joven de rostro hermoso y perverso que
pasaba por allí vestido pobremente y con las manos vacías. Cada tarde,
con las manos vacías pasaba el joven por allí, y cada mañana volvía con
las manos llenas de púrpura y de perlas; pues era ladrón y robaba a las
caravanas de los mercaderes.
Y el ermitaño le miró y se apiadó de él, pero no le dijo una palabra; pues
sabía que quien dice una palabra pierde la fe.
Y una mañana, cuando volvía el joven con las manos llenas de púrpura y
de perlas, se detuvo y frunció el ceño y golpeó la arena con el pie, y dijo al
ermitaño:
-¿Por qué me miras siempre de ese modo cuando paso? ¿Qué es lo que
veo en tus ojos? Pues ningún, hombre me había mirado antes de ese
modo. Y es una espina y me causa una inquietud.
Y el ermitaño le respondió y dijo:
-Lo que ves en mis ojos es compasión. La compasión es lo que te mira
desde mis ojos.
Y el joven se rió con desdén, y gritó al ermitaño con voz desapacible, y le
dijo:
-Tengo púrpura y perlas en las manos, y tú no tienes más que una estera
de juncos para acostarte. ¿Qué compasión habrías de tener por mí? ¿Y por
qué razón tienes esa piedad?
-Me das compasión -dijo el ermitaño- porque no tienes conocimiento de
Dios.
-¿Es cosa valiosa ese conocimiento de Dios? -preguntó el joven.
Y se acercó a la entrada de la caverna.
-Es más valiosa que toda la púrpura y que todas las perlas de este mundo
-respondió el ermitaño.
-¿Y tú lo tienes? -dijo el joven ladrón.
Y se acercó más aún.
-Hubo un tiempo, en verdad -respondió el ermitaño-, en que yo poseía el
conocimiento perfecto de Dios; pero en mi necedad me separé de él, y lo
repartí entre los demás. No obstante, incluso ahora, lo que me queda de
ese conocimiento es más valioso que la púrpura o las perlas.
Y cuando oyó esto el joven ladrón, arrojó la púrpura y las perlas que
llevaba en las manos, y sacando una cimitarra afilada de acero curvado dijo
al ermitaño:
-Dame, ahora mismo, ese conocimiento de Dios que posees, o ten por
cierto que te mataré. ¿Cómo no habría de matar a quien tiene un tesoro
mayor que mi tesoro?
Y el ermitaño extendió los brazos y dijo:
-¿No sería más ventajoso para mí ir a las moradas recónditas de Dios y
alabarle que vivir en el mundo sin tener conocimiento de Él? Mátame si es
ese tu deseo, pero no te entregaré mi conocimiento de Dios.
Y el joven ladrón se puso de rodillas y le suplicó, pero el ermitaño no
quiso hablarle de Dios, ni darle su tesoro, y el joven ladrón se levantó y dijo
al ermitaño:
-Sea como deseas. En cuanto a mí, iré a la ciudad de los Siete Pecados,
que está sólo a tres días de camino desde este lugar, y a cambio de mi
púrpura me darán placeres, y a cambio de mis perlas me venderán alegría.
Y recogió la púrpura y las perlas y se fue apresuradamente.
Y el ermitaño le llamó a gritos y le siguió y le suplicó. Por espacio de tres
días siguió al joven ladrón por el camino y le rogó que volviera, que no
entrara en la ciudad de los Siete Pecados.
Y de vez en cuando miraba hacia atrás el joven ladrón al ermitaño y le
llamaba, y decía:
-¿Quieres darme ese conocimiento de Dios que es más valioso que la
púrpura y las perlas? Si quieres dármelo, no entraré en la ciudad.
Y siempre respondía el ermitaño:
-Todas las cosas que tengo te las daré, menos esa única cosa solamente;
pues esa cosa no me es lícito entregarla.
Y, al crepúsculo del tercer día, llegaron cerca de las grandes puertas
escarlata de la ciudad de los Siete Pecados. Y de la ciudad llegaba el
sonido de muchas risas.
Y el joven ladrón respondió con otra risa, y quiso llamar a la puerta. Y
mientras lo hacía, se adelantó corriendo el ermitaño y le cogió por los
pliegues de la túnica, y le dijo:
-Extiende las manos, y pon los brazos en torno de mi cuello, aproxima el
oído a mis labios, y te daré lo que queda del conocimiento de Dios.
Y el joven ladrón se detuvo.
Y cuando el ermitaño hubo entregado su conocimiento de Dios, se arrojó
al suelo y lloró, y una gran oscuridad le ocultó de la ciudad y del joven
ladrón, así que no los vio más.
Y mientras yacía allí llorando se daba cuenta de que había Uno de pie a
su lado, y el que estaba a su lado tenía los pies de bronce y los cabellos
como de lana fina. Y Él alzó al ermitaño y le dijo:
-Antes tenías el perfecto conocimiento de Dios; ahora tendrás el perfecto
amor de Dios. ¿Por qué lloras?
Y le besó.

TESTIMONIAL por OLIVERIO GIRONDO


ALLÍ están,
allí estaban
las trashumantes nubes,
la fácil desnudez del arroyo,
la voz de la madera,
los trigales ardientes,
la amistad apacible de las piedras.
Allí la sal,
los juncos que se bañan,
el melodioso sueño de los sauces,
el trino de los astros,
de los grillos,
la luna recostada sobre el césped,
el horizonte azul,
¡el horizonte!
con sus briosos tordillos por el aire.
¡Pero no!
Nos sedujo lo infecto,
la opinión clamorosa de las cloacas,
los vibrantes eructos de onda corta,
el pasional engrudo
las circuncisas lenguas de cemento,
los poetas de moco enternecido,
los vocablos,
las sombras sin remedio.
Y aquí estamos:
exangües,
más pálidos que nunca;
como tibios pescados corrompidos
por tanto mercader y ruido muerto:
como mustias acelgas digeridas
por la preocupación y la dispepsia;
como resumideros ululantes
que toman el tranvía
y bostezan
y sudan
sobre el carbón, la cal, las telarañas;
como erectos ombligos con pelusa
que se rascan las piernas y sonríen,
bajo los cielorrasos
y las mesas de luz
y los felpudos;
llenos de iniquidad y de lagañas,
llenos de hiel y tics a contrapelo,
de histrionismos madeja,
yarará,
mosca muerta;
con el cráneo repleto de aserrín escupido,
con las venas pobladas de alacranes filtrables,
con los ojos rodeados de pantanosas costas
y paisajes de arena,
nada más que de arena.
Escoria entumecida de enquistados complejos
y cascarrientos labios
que se olvida del sexo en todas partes,
que confunde el amor con el masaje,
la poesía con la congoja acidulada,
los misales con los libros de caja.
Desolados engendros del azar y el hastío,
con la carne exprimida
por los bancos de estuco y tripas de oro,
por los dedos cubiertos de insaciables ventosas,
por caducos gargajos de cuello almidonado,
por cuantos mingitorios con trato de excelencia
explotan las tinieblas,
ordeñan las cascadas,
la edulcorada caña,
la sangre oleaginosa de los falsos caballos,
sin orejas,
sin cascos,
ni florecido esfínter de amapola,
que los llevan al hambre,
a empeñar la esperanza,
a vender los ovarios,
a cortar a pedazos sus adoradas madres,
a ingerir los infundios que pregonan las lámparas,
los hilos tartamudos,
los babosos escuerzos que tienen la palabra,
y hablan,
hablan,
hablan,
ante las barbas próceres,
o verdes redomones de bronce que no mean,
ante las multitudes
que desde un sexto piso
podrán semejarse a caviar envasado,
aunque de cerca apestan:
a sudor sometido,
a cama trasnochada,
a sacrificio inútil,
a rencor estancado,
a pis en cuarentena,
a rata muerta.

FRAGMENTOS Y AFORISMOS por JOSE LEZAMA LIMA


La escolástica empleaba con frecuencia los términos:
ente de razón fundado en lo real. Esta frase nos
puede ser útil. Llevémosla a la poesía: ente de
imaginación fundado en lo real. O si se prefiere,
como yo lo prefiero: ente de razón fundado en lo
irreal.
*
La poesía romántica: una frase turbulenta de piano,
seguida por una larga cadenza de violín.
La poesía clásica: una frase de corno inglés,
terminada en el arpa. O viceversa.
Eso quiere decir que hay dos clasicismos.
*
¿El verso malo? El que asoma su cabeza, y se la
separan del cuerpo.
*
Thomas de Quincey, nos cuenta el caso rarísimo de
un escritor que después de quemar sus obras decía:
¿Qué más da? Lo importante era que estas cosas
fuesen creadas; han sido creadas luego existen.
¿La poesía? Un caracol nocturno en un rectángulo
de agua.
*
La saliva del gallo rechazada por la sustancia. Su
pluma no va a su esencia. El gallo en los infiernos
de papel. La boca del buey como pozo.
Suéltame, queme reduzco y grito. Ciégame, queme
abarco y comprendo.
*
El gozo del ciempiés es la encrucijada.
*
Baldosas, patitas cartilaginosas, costal de papel,
esplendor, septiembre, reino de tu boca, influye,
tropelía, vasijas, agusanar, carroza, esponja, desastre,
división, vaso, brebaje, púrpura, cana, antojos, títeres,
bulbo de juncos, feamente, opugnó, lágrimas
contrahechas, me negociaré perdón.
Eco de poesías leídas.Ancestrales conversaciones
de sobremesa.
*
Lo propio del sofista, según Aristófanes, es inventar
razones nuevas.
Procuremos inventar pasiones nuevas, o reproducir
las viejas con pareja intensidad.
Analizo una vez más esta conclusión, de raíz
pascaliana, la verdadera creencia está entre la
superstición y el libertinaje.
*
Poderosamente suspendido e invisiblemente empujado.
*
El diablo no nos toca en el hombro, pone susmanos
con desdén en la repisa.
*
La mano revela la compañía.
            “Playas del árbol”, en Tratados en la Habana

EL IMPOSIBLE por ARTHUR RIMBAUD


¡Ah! La vida de mi infancia, la carretera general en todo
tiempo, sobrenaturalmente sobrio, más desinteresado que el
mejor de los mendigos, orgulloso de no tener ni país ni amigos,
qué tontería era. — ¡Y hasta ahora no me he dado cuenta!
— Tuve razón cuando despreciaba a los individuos que no
dejarían escapar la oportunidad de una caricia, parásitos de la
limpieza y de la salud de nuestras mujeres, hoy que ellas están
tan poco de acuerdo con nosotros.
Tuve razón en todos mis desdenes: ¡la prueba es que me
evado!
¡Me evado!
Me explico.
Aún ayer, suspiraba: «¡Cielos! ¡No somos pocos los condenados,
aquí abajo! ¡Y cuánto tiempo lleva ya en sus filas! Los
conozco a todos. Nos reconocemos siempre; nos damos asco.
La claridad nos es desconocida. Pero somos corteses: nuestras
relaciones con el mundo son muy correctas.» ¿Hay de qué sorprenderse?
¡El mundo, los mercaderes, los ingenuos! — Nosotros
no estamos deshonrados. — Pero, ¿cómo nos recibirían
los elegidos? Y hay gentes ariscas y alegres, falsos elegidos,
puesto que necesitamos audacia o humildad para abordarlos.
Son los únicos elegidos. ¡No prodigan sus bendiciones!
Habiéndome encontrado dos perras de razón — ¡poco van a
durar! — veo que mis desazones provienen de no haberme figurado
antes que estamos en Occidente. ¡Las marismas occidentales!
No es que considere la luz alterada, la forma agotada,
el movimiento extraviado… ¡Bueno! He aquí que mi espíritu
desea absolutamente hacerse cargo de todos los desenvolvimientos
crueles que ha experimentado el espíritu desde el fin
del Oriente… ¡Los quiere para sí, mi espíritu!
… ¡Se acabaron mis dos perras de razón! — El espíritu es
autoridad, me manda estar en Occidente. Habría que hacerlo
callar para concluir como yo querría.
Enviaba al diablo las palmas de los mártires, los resplandores
del arte, el orgullo de los inventores, el ardor de los saqueadores;
regresaba al Oriente y a la sabiduría primordial y
eterna. — ¡Lo cual, al parecer, es un sueño de burda pereza!
No obstante, apenas si me pasaba por la cabeza el placer de
escapar de los modernos sufrimientos. No tenía a la vista la
bastarda sabiduría del Corán. — Pero ¿no hay un suplicio real
en el hecho de que, a partir de la declaración de la ciencia, del
cristianismo, el hombre se interprete, se pruebe las evidencias,
se engría con el placer de repetir las pruebas, y sólo viva así?
tortura sutil, boba; fuente de mis divagaciones espirituales. ¡La
naturaleza podría aburrirse, tal vez! El señor Prudhomme nació
con Cristo.
¡Será porque cultivamos la bruma! Comemos fiebre con
nuestras legumbres aguadas. ¡Y la embriaguez! ¡Y el tabaco!
¡Y la ignorancia! ¡Y las entregas! — ¿No queda todo ello bastante
alejado del pensamiento de la sabiduría del Orienta, la
patria primitiva? ¿Por qué un mundo moderno, si tales venenos
se inventan?
Las gentes de Iglesia dirán: Comprendido. A lo que usted
se refiere es al Edén. No hay nada que le concierna en la historia
de los pueblos orientales. — Es verdad; ¡en el Edén pensaba!
¡Qué sueño ese, el de la pureza de las razas antiguas!
Los filósofos: El mundo no tiene edad. La humanidad se
desplaza, simplemente. Está usted en Occidente, pero nada le
impide habitar su propio Oriente, tan antiguo como le haga
falta, — y habitarlo bien. No sea usted un derrotado. Filósofos,
sois de vuestro Occidente.
Espíritu mío, ten cuidado. Sin violentas posturas de salvación.
¡Ejercítate! — ¡Ah! ¡La ciencia no va suficientemente de
prisa para nosotros!
— Pero me doy cuenta de que mi espíritu está durmiendo.
Si se mantuviera siempre muy despierto, a partir de este
momento, pronto estaríamos en la verdad, ¡que acaso nos rodee
con sus ángeles llorando!… — Si se hubiese mantenido
despierto hasta ese momento, ¡sería por no haber cedido yo a
los instintos deletéreos, en época inmemorial!… Si siempre se
hubiera mantenido muy despierto, ¡yo navegaría ahora en la
plena sabiduría!…
¡Oh pureza, pureza!
¡Es el minuto de vigilia quien me ha otorgado la contemplación
de la pureza! — ¡Por el espíritu se va hacia Dios!
¡Desgarrador infortunio!

A LA ENTRADA DEL CAFE por CONSTANTINO KAVAFIS


Algo que dijeron al lado mío
dirigió mi atención a la entrada del café.
Y vi el hermoso cuerpo que parecía
como si el Amor lo hubiese forjado con su más consumada
experiencia -
plasmando sus armoniosas formas con alegría,
elevando esculturalmente la estatura;
plasmando con emoción el rostro
y dejando a través del tacto de sus manos
un sentimiento en la frente, en los ojos, y en los labios.

LOS MANDAMIENTOS por ERICA JONG





No querrás de veras ser poet(is)a. Primero, si 
eres mujer, tienes que ser tres veces mejor que 
cualquiera de los hombres. Segundo, tienes 
que acostarte con todo el mundo. Y tercero,
 tienes que haberte muerto.
Poeta masculino, en conversación.


Si una mujer quiere ser poeta,
debe dormir cerca de la luna a cara abierta;
debe caminar a través de sí misma estudiando el
paisaje;
no debe escribir sus poemas con sangre menstrual.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe correr hacia atrás en torno al volcán;
debe palpar el movimiento a lo largo de sus
grietas;
no debe conseguir un doctorado en sismografía.
Si una mujer quiere ser poeta,
no debe acostarse con manuscritos incircuncisos;
no debe escribir odas a sus abortos;
no debe hacer caldos de vieja carne de unicornio.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe leer libros de cocina francesa y legumbres
chinas;
debe chupar poetas franceses para refrescar su
aliento;
no debe masturbarse en talleres de poesía.
Si una mujer quiere ser poeta,
debe pelar los vellos de sus pupilas;
debe escuchar la respiración de hombres
durmientes;
debe escuchar los espacios entre esa respiración.
Si una mujer quiere ser poeta,
no debe escribir sus poemas con pene artificial;
debe rezar para que sus hijos sean mujeres;
debe perdonar a su padre su esperma más
valiente.

OTRAS NATURALEZAS MUERTAS por VALERIO MAGRELLI



Yo habito mi cerebro
como un tranquilo hacendado sus tierras.
A lo largo del día mi trabajo
está en hacerlo frutecer,
mi fruto en hacerlas trabajar.
Y antes de irme a dormir
me asomo a mirarlas
con el pudor del hombre
por su imagen.
Mi cerebro habita en mí
como un tranquilo hacendado sus tierras.

lunes, junio 02, 2014

RANDOM DE DANIEL ROJAS PACHAS: EL SOUNDTRACK ORIGINAL DE UNA NOVELA por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE


Random fue un concepto que muchos conocimos a finales de la década de los noventa a raíz de los artefactos musicales que llegaron al mercado y a nuestras manos ávidas de más calidad de sonido, más almacenamiento y un tracklist más extenso. Random en esencia es azar, programábamos esta forma de reproducción  y esperábamos esa sorpresa que era ordenar de manera distinta los tracks que  habíamos seleccionado.  Sabiamente  Nietzsche dijo “Sin la música, la vida sería un error”, transversalmente la música embarga el alma humana. Muchos de los que amamos este arte poseemos en el alma una cantidad de canciones, melodías, acordes que fueron abonando la fértil tierra de nuestra experiencia. Daniel Rojas Pachas sabe de todo esto, lo que debe haberlo empujado a escribir esta novela “RANDOM”.

La serie de historias y líneas argumentales van formando un ensamble complejo de escenas que van asediando al lector, el que va ingresando a un laberinto vital. Rojas sabe conjugar el azar de tal manera que la atención no se despega del texto, mientras subyace la música que ha elegido al parecer desde el sentimiento que impera en cada  narración que nos entrega.  En algún instante de la vida muchos fuimos tentados a confeccionar un SOUNDTRACK DE  NUESTRA EXISTENCIA.  Rojas aplica esto a la narrativa y más allá, la estructura de esta novela nos entrega dos juegos de corte intelectual, el primero sería ordenar los números de cada capítulo y leerla con ese orden, muy cortazariano y segundo escuchar la canción asignada al capítulo mismo, el estímulo es notable y las versiones son muy disimiles en intensidad.

La desintegración de la familia, oscuros pasajes de la existencia, la pornografía, el sexo y sus tensiones, la violencia, los ambientes sórdidos embargan las escenas,  hay un entramado en que los personajes entran y salen del hilo central, la memoria  se expresa  en términos a ratos cínicos en el sentido de la filosofía griega y en eso los pasajes más intensos son los que van dirigidos al mundillo literario, a sus formas de manifestarse, a las lacras que suelen pulular en el. La visión de la sociedad es crítica, con un PH que invita a adherirse  al sentir del  narrador.

Hay un personaje que llama poderosamente la atención, la mujer que se autodenomina como Rodión como una cita a  Románovich Raskólnikov de Crimen y Castigo. El texto en general esta nutrido de citas cinéfilas de actores   escenas, series de TV, asesinos seriales, internet y redes sociales  que van  formando un andamiaje, en que lo personal de la narración se mueve con libertad y mantiene el interés del lector a la vez de transportar el pensamiento a escenas ya conocidas.

En atención al soundtrack mismo, abarca a músicos desde de los sesenta hasta antes del 2010, The Beatles, The Beach boys, Rolling Stones, Pink Floyd, Bowie, Kansas, Nico , pasando por el Punk The Ramones , el Post Punk; Joy Division; algo más clásico como Johnny Cash, algo más robusto como Rage against the Machine , Rollins Band, algo de new wave ochentero como Blondie, todos  los track en pos de constituir un enlace emotivo con nuestros registros melódicos impecables, todo envuelve y seduce al lector a no despegarse de la novela que a fin de cuentas hace que necesitemos más de un fin que no es un fin. Como cuando los tracklist nos quedan cortos y necesitamos incluir un tema musical más del artista que toco más fibras dentro de nuestro espíritu.

Random de Daniel Rojas Pachas, Editorial Narrativa Punto Aparte, año 2014.




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