domingo, marzo 02, 2014

SIMBOLOGIA DE LA CEBOLLA por GUY DAVENPORT


La naturaleza muerta fue el género
que utilizó Van Gogh
como una suerte de diario visual.
Pintó 194 de ellas. Sus
naturalezas muertas eran de flores que
tenían para él cierto valor emocional,
como los famosos girasoles, que fueron
pintados para darle la bienvenida a
Gauguin en Arles, porque Gauguin (según
sus propias palabras) era en parte
inca, y al girasol se le conoce también
como la flor dorada del Perú. Fue el sol
de Provenza lo que atrajo a ambos. Van
Gogh pintó un ramo de digitales para
recordar un tratamiento del doctor Gachet.
Así, la Naturaleza muerta con cebollas
es ante todo un registro de enfermedad
y de salud. El vino blanco y el tabaco
son el alimento del que había estado
viviendo Van Gogh durante semanas antes
de cortarse la oreja. Semejante dieta,
aparte de su desilusión con Gauguin,
había dejado sus nervios como cables
inflamados al rojo vivo. La pipa comienza
a aparecer en las naturalezas muertas
del Renacimiento como un memento mori:
la vida se va como el humo. Por lo general,
una vela encendida acompañaba
a una pipa, y los libros, la comida y los
instrumentos musicales eran ecos de la
vanidad de nuestra vida efímera.
El siglo XIX transmutaría estos símbolos
en iconos de paz, calor de hogar y domesticidad,
hasta que en Picasso y Braque
se vuelven emblemas de una privacidad
celosa de sí misma, preciosos vestigios
de armonía en un mundo lleno de distracciones
y demencia.
Las cebollas son las que recomienda
el manual de remedios caseros de Raspail:
la comida más barata y nutritiva para
el convaleciente. De ahí el aceite de
oliva. Sin embargo, ¿hemos de interpretar
la pintura como la promesa de una
mejoría por medio de una dieta o como
una transformación más profunda?
En las cebollas y el tabaco tenemos
el acorde de Lévi-Strauss que va de lo
crudo a lo cocido. El tabaco y la pera maduran
después de cortados, y ambos de
deben pasar por un proceso de maduración
y de curación. La cebolla, que puede
comerse cruda o cocinada de muchas
maneras, es tanto comida como condimento,
y en esta pintura está haciendo
las veces de medicina, roles que el tabaco
y el vino han desempeñado en varios
momentos en la historia. La cebolla,
pues, parecería mediar entre el vino y el
tabaco y el aceite de oliva, es decir, entre
cuasialimentos, cuyos efectos se dejan
sentir en la mente, y un alimento nutritivo,
que es totalmente para el cuerpo,
incluso a pesar de ser un condimento
más que algo para cocinar. Podemos
analizar mejor estos componentes si advertimos
que la pintura trata sobre la
pérdida y la redención, como todas las
naturalezas muertas de manzanas y peras,
donde la manzana es la caída y la
pera es la salvación de la humanidad.
La manzana, como dice Paul Friedrich
en su libro Proto-Indo-European
Trees (Árboles proto-indo-europeos), es
la contraparte noreuropea de la uva; esto
significa que cuando la uva y el vino
actúan alrededor de las costas del Mediterráneo,
la manzana, la sidra y el brandy
sirven al mismo propósito en el norte lejano.
La contraparte análoga de la pera
en Van Gogh es la vela o el libro de Raspail
o la carta de Theo, de todos los cuales
se desprende una idea de salvación.
Así, la naturaleza muerta es la permutación
de un tema, con una variante y
unos símbolos más literales (¿qué otra
cosa podría esperarse de un pintor que
leía a los Goncourt, Zola y Maupassant?).
Podemos ir más allá y notar que cebolla
[onion] es por etimología la misma palabra
que unión, y esto vale tanto en holandés
como en inglés. Las cebollas,
pues, que actúan aquí como analogía de
la pera redentora, son también la manzana
y la pera juntas, que subsumen todos
los objetos de la pintura en un solo
símbolo complejo.

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