sábado, octubre 05, 2013

EL LIBRO DE HORAS por RAINER MARIA RILKE


Señor, a cada uno dale su muerte,
una muerte que de cada vida brote
y en que haya amor, significado y sufrimiento.
Pues nosotros somos sólo la corteza y la hoja.
La muerte que cada uno lleva en sí
es la fruta en torno de la cual todo gira.
Señor, las grandes ciudades están perdidas y disueltas.
En la más grande se vive como quien huye de un
incendio.
No hay en ella consuelo capaz de consolar
y el tiempo demasiado corto cierra el paso.
Allí viven seres humanos, con gestos angustiados,
vidas malas y difíciles en cuartos profundos…
Allí crecen niños en sótanos con ventanas
siempre hundidas en las mismas sombras
y donde no saben que afuera los llaman las flores
a un día lleno de espacio, de júbilo y de viento.

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