domingo, septiembre 30, 2012

DOS POEMAS PARA ANDREA por ENRIQUE LIHN




UNO
Aquí en esta ciudad parada frente al mar
para mirarlo bien, que se llama Agrigento,
hay unas casas viejas como el sol, muy bonitas,
hay señoras vestidas de negro que parecen anteojos
ahumados,
hay caballeros sentados en la plaza, algunos
distraídos, otros fumando pipa.
Llega a dar gusto el cielo, dan ganas de tocarlo;
como decía usted:
dan ganas de tirarse al cielo de cabeza.
Hay niños, por supuesto, que le mandan saludos;
las golondrinas juegan, en el aire, a volar.
Pero lo más simpático de todo
son estas carretelas de verdad que parece que
usted las hubiera pintado
con un montón de chongos de colores.
Los domingos la gente se apelotona en ellas,
y ahí se van contentos a la playa.
Le voy a llevar una, claro está que más chica,
de adorno para la repisa.


DOS
Dígale a su tía Cecilia
que como ahora ella no escribe sus versos se los estoy
copiando yo al revés
igual que si un mono acostumbrado a rascarse
la cabeza o a dar grandes saltos rabiosos
en el aire
se pusiera a cantar imitando a un canario.
Dígale que como estoy aquí bastante lejos, sólo me
acuerdo de las palabras sencillas,
y sólo alcanzo a ver, en la distancia, a los niños.

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