viernes, octubre 07, 2011

ESPANTAPAJAROS 6 por OLIVERIO GIRONDO



Mis nervios desafinan con la misma frecuencia que mis
primas. Si por casualidad, cuando me acuesto, dejo de
atarme a los barrotes de la cama, a los quince minutos me
despierto, indefectiblemente, sobre el techo de mi ropero.
En ese cuarto de hora, sin embargo, he tenido tiempo de
estrangular a mis hermanos, de arrojarme a algún
precipicio y de quedar colgado de las ramas de un espinillo.
Mi digestión inventa una cantidad de crustáceos, que se
entretienen en perforarme el intestino. Desde la infancia,
necesito que me desabrochen los tiradores, antes de
sentarme en alguna parte, y es rarísimo que pueda
sonarme la nariz sin encontrar en el pañuelo un cadáver de
cucaracha.
Todavía, cuando llovizna, me duele la pierna que me
amputaron hace tres años. Mi riñón derecho es un maní. Mi
riñón izquierdo se encuentra en el museo de la Facultad de
Medicina. Soy poliglota y tartamudo. He perdido, a la
lotería, hasta las uñas de los pies, y en el instante de firmar
mi acta matrimonial, me di cuenta que me había casado con
una cacatúa.
Las márgenes de los libros no son capaces de encauzar
mi aburrimiento y mi dolor. Hasta las ideas más optimistas
toman un coche fúnebre para pasearse por mi cerebro. Me
repugna el bostezo de las camas deshechas, no siento
ninguna propensión por empollarle los senos a las mujeres
y me enferma que los boticarios se equivoquen con tan
poca frecuencia en los preparados de estricnina.
En estas condiciones, creo sinceramente que lo mejor es
tragarse una cápsula de dinamita y encender, con toda
tranquilidad, un cigarrillo.

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