jueves, octubre 27, 2011

GLEBA por CESAR VALLEJO



Con efecto mundial de vela que se enciende,
el prepucio directo, hombres a golpes,
funcionan los labriegos a tiro de neblina,
con alabadas barbas,
pie práctico y reginas sinceras de los valles.
Hablan como les vienen las palabras,
cambian ideas bebiendo
orden sacerdotal de una botella;
cambian también ideas tras de un árbol, parlando
de escrituras privadas, de la luna menguante
y de los ríos públicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!)
Función de fuerza
sorda y de zarza ardiendo,
paso de palo,
gesto de palo,
acápites de palo,
la palabra colgando de otro palo.
De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta florecida,
de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el cielo,
y, agitando
y
agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras,
levantan sus defectos capitales con cintas,
su mansedumbre y sus
vasos sanguíneos, tristes, de jueces colorados.
Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades,
tienen su pantalón, sus dedos metacarpos y un palito;
para comer vistiéronse de altura
y se lavan la cara acariciándose con sólidas palomas.
Por cierto, aquestos hombres
cumplen años en los peligros,
echan toda la frente en sus salutaciones;
carecen de reloj, no se jactan jamás de respirar
y, en fin, suelen decirse: Allá, las putas, Luis Taboada, los ingleses;
allá ellos, allá ellos, allá ellos!

EL V I A J E R O S O M B R I O por CARLOS DE ROKHA




Yo abría las ventanas y un metal de silencio
corria de los techos hasta invadir mi alma.
Desde abajo, y en todos los rincones,
la vida me agitaba su paloma furiosa
apresada entre canticos y espadas o campanas.
Asi descubrí una isla para sofiar
volvian mis antepasados con graves pisadas
de los puentes donde un niño queria sostener
la paloma y la rosa.
Mas ¿cómo alcanzar la estrella
y dejaba una mancha de sangre en las bodegas
y una araña de vidrio sobre las sábanas
y un puñal de ceniza en la almohada?
Creo que en los ojos de mi madre
apareciste tu sometiendo las ondas
y hubo una huella de espuma que recogia tus pasos
hasta que su eco en el coral me repitio tu nombre.
Ah ¡cómo ser la presencia y la fuga!
Pero es el mismo muro el que abate la sombra
y aunque cantes de pie contra el olvido
y aunque grites al astro que impasible
gira en su órbita obscura

siempre tendra una muerte decorando los dias
y una lagrima impura mojando el pan del héroe.
Te digo que hubo noches en que busqué un amor
para llorar la rosa y su metamorfosis
en serpiente del fuego. Los labios
ascendian de si mismos a un rio de delirio
y habia temas de coral que se encendían
en las lámparas
donde una mano ávida te evocaba en los muros
y un temor de morir se agitaba en el pulso.
Fue cuando abrí las ventanas a un metal de silencio.
Yo traía los ritos y una puerta
en visiones de angustia me ofrecía el retorno.
¡Oh, deudos, sabed que entre mis manos
late ahora lo obscuro!
Quise abolir la sombra y su distancia,
pero siempre volvían los espectros en fuga
y una corona negra me ceñía la frente
y un pájaro profético devoraba mis ojos.
Todo a mis pies parecia extinguirse .
No tendría regreso de este viaje a la sombra.
Ni campanas, ni juncos tañerían la vuelta.
Pero hay, lentos corceles del sueño!
¡ay, carceleros de mi noche, llevadme a una isla
más ciega que el olvido!
y que caiga mi vida destrozada en la cima
y que mi corazón busque en vano la aurora
y que el arquero negro me cercene las manos.
Hoy abro las ventanas a un metal de silencio.

ESTILO DEL FANTASMA por PABLO DE ROKHA



Ya por añejos vinos,
corre sangre, corren caballos negros, corren sollozos, corre muerte,
y el sol relumbra en materias extrañas.
Sobre el fluir fluyente, abandonado, entre banderas fuertes,
sujeto tu ilusión, como un pájaro rojo,
a la orilla de los dramáticos océanos de números;
y, cuando las viejas águilas,
atardecen tus pupilas de otoño, llenas de pasado guerrero,
y el escorpión del suceder nos troncha la espada,
mi furiosa pasión,
mi soberbia,
mi quemada pasión,
contra "la muerte inmortal", levantándose, frente a frente,
enarbola sus ámbitos,
la marcha contra la nada, a la vanguardia de aquellos ejércitos tremendos,
en donde relucen las calaveras de los héroes.
Si, el incendio en las últimas cumbres;
guarda las lágrimas en su tinaja el vendimiador de dolores,
y sopla un hálito como trágico,
de tal manera ardido y helado, simultáneamente;
suena el miedo, de ser, entonces.
Encaramados a todos los símbolos,
feas bestias, negras bestias nos arrojan fruta podrida, cocos de tontos y obscuras
imágenes hediondas,
y los degeneras de verla,
vestidos de perras,
largan amarga baba de lacayos sobre nosotros;
es, amiga, la familia del mundo,
no, es la flor del estiércol, es la flor, es la flor morada y rabiosa de la burguesía;
pero a la medida que nos empequeñecemos de años y de llantos, para bajar hacia la
montaña
de abajo,
y la figura de la verdad nos marca la cara,
avanzan hijos e hijas, retozando la historia, derrochando, derramando
grandes copas dulces, y el vino y la miel rosada de la juventud, se les caen
como la risa a la Rusia soviética;
tú y yo nos miramos y envejecemos, porque nos miramos,
y porque el arte patina las cosas,
levantando su ataúd entre individuo e infinito.
Ahora, si nosotros nos derrumbamos,
con todo aquello que nos amamos y nos besamos, mutuamente, cargados de vida,
y en lo cual radicó el honor de la existencia,
va a ser ceniza la figura del sexo y de la lengua y del pecho y del corazón, que ya
alumbra,
y en los pies estará todo el peso del mundo,
y ya nos vamos llegando, aproximando a la órbita, llenando de dispersión, colmando
sombra,
y tu belleza batalla contra tu belleza...
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos;
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas,
Emigran las golondrinas desde tu pelo de pueblos;
el tiempo de las cosechas del trigo y el vino
flamea en tu corazón cubierto de huevos de tiempo y manzanas,
es decir, como tarde, cuando la tarde arrea sus rebaños;
nosotros dos, nosotros, cómo nos morimos, y cómo,
en ti la niña marchita, tan linda,
entristece de dignidad feliz a la mujer hermosa y profunda, como un carro de fuego,
en mí, el adolescente agresivo y entusiasta,
yace en este animal desesperado, con pecho tremendo, que agita la dialéctica;
país de soledad, adentro del cual golpea y revienta el océano,
y es una enorme isla, tan pequeña, que da espanto, y gira rugiendo,
porque dos criaturas están abrazadas;
huele a agua mojada, a paloma amarilla, a novela, a laguna, a vasija de otoño,
y un horizonte de suspiros y sollozos
suspende una gran tormenta sobre las nuestras cabezas;
el pájaro pálido de las hojas cedas
aletea a la ribera de los recuerdos, entre los braseros arrodillados,
y retornan las viejas lámparas del pretérito,
la angustia resplandece, como una virtud, en nosotros,
y el terror de los proletarios abandonados
nos raja el pecho, desde adentro como con fuego tremendo.
Imponente como la popa de un gran barco,
amarillo y espantoso de presencia,
el sol inicia la caída definitiva, tranco a tranco, como el buey de la tarde eterna;
besos de piedra,
todas las máscaras de dios se despluman,
y caen destrozados los penachos;
un ataúd de fuego grita desde el oriente.

LA CIUDAD 1. - 2. - 3. por GONZALO MILLAN



1.
Amanece.
Se abre el poema.
Las aves abren las alas.
Las aves abren el pico.
Cantan los gallos.
Se abren las flores.
Se abren los ojos.
Los oidos se abren.
La ciudad despierta.
La ciudad se levanta.
Se abren llaves.
El agua corre.
Se abren navajas tijeras.
Corren pestillos cortinas.
Se abren puertas cartas.
Se abren diarios.
La herida se abre.
Sobre las aguas se levanta niebla.
Elevados edificios se levantan.
Las grúas levantan cosas de peso.
El cabrestante levanta el ancla.
Corren autombviles por las calles.
Los autobuses abarrotados corren.
Los autobuses se detienen.
Abren las tiendas de abarrotes.
Abren los grandes almacenes.
Corren los trenes.
Corre la pluma.
Corre rápida la escritura.
Los bancos abren sus cajas de caudales.
Los clientes sacan depositan dinero.
El cieno forma depósitos.
El cieno se deposita en aguas estancadas.
Varios puentes cruzan el rio.
Los trenes cruzan el puente.
El tren corre por los rieles.
El puente es de hierro.
Corre el tiempo.
Corre el viento.
Traquetean los trenes.
De las chimeneas sale humo.
Corren las aguas del rio.
Corre agua sucia por las cloacas.
Las cloacas desembocan en el rio.
Las gallinas cloquean.
Cloc cloc hacen las gallinas.
De la cloaca sale un huevo.
El rio es hondo.
El rio es ancho.
Los rios tienen afluentes.
Los afluentes tienen cascadas.
Los afluentes desembocan en el rio.
Las avenidas son anchas.
La calle desemboca en ia avenida.
El rio desemboca en el mar.
El mar es amplio.

2.
Circulan los automóviles.
Circulan rumores de guerra
El dinero circula.
La sangre circula.
Los peatones van a sus ocupaciones.
Los peatones cruzan en las esquinas.
Los peatones circulan por las veredas.
Los hombres llevan pantalones.
os agentes llevan impermeables.
Apuestan agentes en las esquinas.
Circulan hombres astrosos.
Los cesantes circulan.
Las nubes ocultan el azul del cielo.
Las nubes ocultan la luz del sol.
Las nubes circulan a gran altura.
La nieve es blanca.
El cóndor vuela a gran altura.
Hay nieve en las alturas.

3.
Andan los relojes.
Andan los planetas.
¿Cómo andamos?
Ando a tropezones.
Ando enfermo.
Ando con hambre.
Ando sin plata.
Ando andrajoso.
Ando sucio.
Ando solo.
Ando con miedo.
Ando huyendo.
¡Andate! me dijeron.
Andan tras de mi.
Ando por los andenes.
¡ Andando !
Adiós.
Los Andes están nevados.

ESTA FORMA DE VIDA NECESITA SEXO por ALLEN GINSBERG



Tendré que aceptar a las mujeres
si quiero continuar la raza,
besar senos, aceptar
extraños labios tras las
nalgas,
Visitar interrogantes ojos de mujer
responder suaves mejillas,
sepultar mis lomos en la horca de ciruelo
gordo tejido
he aborrecido
antes de dar el espasmodio salto
frontal hacia la muerte —
Entre mí y el olvido se levanta una
mujer desconocida;
No la Musa sino el vivo fantasma-carne,
un espantajo misterioso como mi dios en el fango
hundiendo su pie en su cogote &
vomitando su propia imagen por el culo
— A esta mujer Porvenir estoy prendado
nacida no para morir,
sino impreso mi propio cerebroverga réplica de Mi Mismo
otra vez —¿Por miedo a la Mancha?
Cara de Muerte, mi Hembra, santificado
a mi propio hueso,
Estoy destinado a encontrar una virgen para
ignorante fornicadera —
palmeando mi panza & untado con Saliva
cara avergonzada carnosa & húmeda,
—tener largas pláticas marchitas
en tocadores de Cósmicos Deberes,
aburrido quizá?
O excitado Nuevo Prospecto, discutirla
Porvenir, mi Esposa
Mi Madre, Muerte, Mi única
esperanza, mi propia Resurrección
Mujer
ella misma, por qué he temido
unirme de veras
Abrazado bajo las Pantaletas de la Eternidad
al hoyo que me ha repelido desde 1937
— Me bajé los pantalones en la entrada de la casa
mostrando mi trasero a los coches en la lluvia —
& Ella interesada, este contacto
con nuevo Estúpido Macho
que ha mamado la verga de mi amante
en Adoración & limosna pura romance-de-pasmo
trago-ahogo viene Esperanza de Vida
y me han jodido innumerables camaradas
atardeciendo dentro y mi plexo solar
siente a dios en mi como una puerta abierta —
Ahora que mi cuerpo de décadas cambiado
si bien admirando muslos de macho en mi frente,
amor duro pulsando en mis oídos,
severas nalgas alzadas
para mi Violación maestra
que fueran destinadas a cagar en privado
si el Ejército fueran Todos —
Pero no mas respuesta a la vida
que la estatua muscular
Yo sentí sus mármoles
envidiando la Belleza inmortal en el
museo de Yore —
Puedes coger con una estatua pero no
puedes tener niños
Puedes gozar hombre a hombre pero el Esperma
vuelve chorreando al ocaso
en un baño del piso 45 —
& No se puede hacer un continuo misterio del
acto concluido
& horrible estremecimiento
que termina cual comienza,
estúpido grito reptil
vida negada por el Creador Maricón
se vuelve Imaginario
porque decidió no encarnar
el opuesto — Viejo Fantasma
que no quiso ser un niño & morir,
no quiso cagar y gritar
expuesto a bombardeos en una
carretera China RR
y creció para pasar su espasmo a
la otra mitad del Universo —
Como un homosexual capitalista temeroso de
las masas —
y esta es mi situación, amigos —



Diciembre 4, 1961

LOS EXTRAÑOS por CHARLES BUKOWSKI



puede que no lo crean
pero hay gente
que va por la vida
con muy poca
fricción
o angustia.
visten bien, comen
bien, duermen bien.
están contentos
con su vida familiar.
tienen momentos de
congoja
pero dentro de todo
permanecen imperturbables
y a menudo
se sienten muy bien.
y cuando mueren
es una muerte tranquila,
usualmente mientras
duermen.

puede que no lo
crean
pero gente así
existe.

pero yo no soy uno de
ellos.
oh no, no soy uno
de ellos,
no estoy ni tantito cerca

de ser uno de ellos
pero ellos están ahí
y yo estoy aquí

martes, octubre 25, 2011

¿El cáncer es el efecto de hacer el trabajo sucio? por RODRIGO RAMOS BAÑADOS




Ninguna autoridad puede darle la espalda a su gente.
El caso de los intendentes es singular. No son elegidos democráticamente. Son autoridades designadas por el gobierno de turno. Son personas de confianza del Presidente. Es decir, la ciudadanía es un mero espectador. Lamentablemente los intendentes son demasiados importantes en el andamiaje de las regiones. Son los que firman los proyectos. Son los que arman su gabinete con personas de su confianza. Son los que toman las decisiones en la región en cuanto a recursos y los que a la vez, mantienen línea directa con el Presidente.
No sé cuáles son los parámetros de evaluación del gobierno, pero un intendente que no meta demasiada bulla, al parecer es bien evaluado.
Nuestra región, Antofagasta, viene hace rato sufriendo recortes presupuestarios. En consecuencia nuestra calidad de vida no es proporcional a nuestras riquezas como región. Nuestro PIB es irrisorio. La Región de Antofagasta tiene un PIB de país desarrollado gracias a la minería ¿Usted, señor lector, siente que vive en París? En lo concreto: ese PIB es visible en ciertas inversiones de privados. Por consiguiente las grandes inversiones públicas han sido postergadas o viven congeladas. El postergado nuevo hospital es prueba de esto último.

El Mercurio de Antofagasta en los últimos días anunció la existencia de un informe sobre la alta tasa de cáncer en la región. Hace rato que Antofagasta tiene la mayor mortandad de cáncer por habitante en Chile. El problema, según las crónicas que publicó ese diario, es que el informe se manejó bajo 7 llaves por parte del gobierno regional, o sea en ningún caso hubo la intención de difundirlo de manera oficial a la comunidad.
El informe se conoció a través del Colegio Médico.
Una autoridad comprometida con la región, en este caso el intendente, debió haber informado a la comunidad de manera oportuna esta situación y a la vez, haber buscado una solución al problema del cáncer en Antofagasta. Esta solución pasa por el compromiso de detectar o investigar cuáles son las fuentes que han provocado este problema, y a la vez privilegiar a la salud como la principal inversión en la región. El nuevo hospital para Antofagasta es una urgencia.
Ahora bien, las sospechas apuntan hacia la minería. O sea: ¿El cáncer es el efecto de hacer el trabajo sucio para que este país camine? O sea: somos los sacrificados obreros de Chernobyl.
En base al informe sobre el cáncer y su lapidario diagnóstico, la Región de Antofagasta necesita soluciones urgentes en materia de salud. No es posible que nuestros hijos tengan una esperanza de vida menor a la de los otros chilenos.
En consecuencia y tomando de referente el slogan del gobierno donde se subraya la transparencia, el gobierno regional debió informar a la comunidad sobre el estudio. De lo contrario algo anda mal o se está protegiendo a alguien. Permítame señor lector, pero soy libre de sospechar. El Presiente para abajo nos debe una explicación.

W I N E T T DE R O K H A por PABLO DE ROKHA



Es lo mismo que el mundo: morena, y lo mismo que el cielo: profunda,
como la mar-oceano: romdntica, y pequeiiita como el universo. . .
Manos de ternura, ojos de ternura, pechos de ternura, pies de suavidad,
actitudes de silencio e ilusiones de silencio y silueta de seda, silueta
de aguas, silueta de pena, gestos de música, cabellera de ciudades tentaculares
y mimos de gatita triste.. . . . . . . .
Buena mujer buena es ella, la modesta y tranquila y sencilla y la honesta
expresión de todas las cosas máximas.
Amiguita y hermanita de mis tiempos lúgubres, muñequita de las largas
pestañas y los finos cariños melancólicos; amiguita-hermanita; ¡por encima
del mundo me alarga la mano ilustre, por arriba del mundo!. . .
Tal claridad le florece las palabras, los hechos, las maneras, que las
mas frágiles y las más debiles e inmateriales cosas duermen, como los capullos
en las palomas de oro de las montañas de ojos de sus manos
sutiles y es una flor de flor en flor con vestido de seda y voz de miel
celeste o una gran calandria de Chile.
Como cantan los pájaros en ella y los rios y los cielos de las palabras,
el mar agranda su figura y es enorme su volumen de pétalo.
Su secreto de andar tremendo tiene toda la música de la tierra y los
ojazos negros la belleza del mundo: sol de Dios volando encima de las cosas;
y el resplandor de la tragedia acumulada la agiganta multiplicandola.
Como un crepúsculo solo, Winett está llena de canciones tristes y
llena de lecciones dulces esta Winett y su gran estilo de heroicidades
dolientes como claveles negros.
Pajarita de acero parme, gallinita de misterio cobijando los hijos pequeños
por,la vida, arrullando los hijos pequeños con la majestad total de
las alas: figurita, maquinita, guitarrita; !y grande madre grande de todos
los hijos de todos los hijos de la tierra!. . .

INSTRUCCIONES PARA LLORAR por JULIO CORTAZAR



Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de
llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que
insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u
ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido
espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues
el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.
Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta
imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior,
piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de
Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos
con la palma hacia dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra
la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto,
tres minutos.

domingo, octubre 23, 2011

ADIOS A LOS LOBOS por MAHFUD MASSIS



Yo partiré esa noche sin ropa y sin tristeza.
Y seré un bulto negro,
un niño a quien la boa le quebrará los huesos.
¡Mi aplomo marinero, mi amor
conseguido en mis noches de atleta desgarrado!
¡Mi aplomo marinero, mi dolor!

Y mi cuello de atlas, de toro célico y joven,
no podrá sostener mi cabeza vacía,
y volteará terrible, como anguila morada
o algún gigante albatros.
¡Llevadme a la montaña, llevadme a la montaña!
¡Ay, seré un hombre muerto, un animal llagado!
Dejadme en la montaña.
en sus a n m letales y en boreal terciopelo
me llevaron a todos los flancos de la tierra.
Mi harina podrida encenderá los últimos planetas absortos.

Ya no serán los lobos, ya no serán los lobos
los que cierren la vía,
ya no serán los lobos
Un clima turbio hiende como un aire rasgado.
La muerte habrá parido un féretro para mi alma.

CERO GLAMOUR DE MARKOS QUISBERT: HIPERREALISMO POETICO



En un país en que lo que predomina es la fachada de las personas, las malas diseñadoras se sostienen en glorias pasadas y lanzan una línea burda de vestidos, los periódicos se basan en la farándula y se comenta de cómo viste uno y otros en programas televisivos, donde los problemas de fondo se tratan como si fueran de forma “ Cero Glamour” de Markos Quisbert no cabria en la realidad chilena. La premisa de este poemario es un país que a todas vistas “debería” ser inexistente. Una realidad que NO DEBIERA EXISTIR.

Desde el “mal gusto” hasta el homo erotismo se mueven en los versos de Cero Glamour, un libro de cuatro partes; Peep Box, AP_NEA, Versos de adultez, Al Carajo. No hay líneas que lo separen los tópicos del autor se barajan de tal modo que los poemas no marcan hitos sino en la repetición de algunos versos, la serie TOMA (cinematográfica) es una línea diáfana, repetitiva y evolutiva que da uno de tópicos de la obra.

La visión de la calle, los amores furtivos y de índole gay no dejan indiferente a nadie, son viñetas que hemos visto, imaginado o escuchado de un modo u otro, está en nuestro acervo. El mundo de las apariencias desenmascarado, el verso abrupto descarnado hasta el punto de una honestidad actitud reaccionaria de algunos lectores, la respuesta lógica es que el creador que no es revolucionario, que no busca la transgresión, no ha escudriñado la verdadera entidad del espíritu humano.

Las imágenes están, ahora, Cero Glamour va más allá del Naturalismo a un Hiperrealismo, el lenguaje linda en lo coprolálico sin llegar a serlo se mezcla con elementos de lo cotidiano por lo que el lector puede familiarizarse de inmediato con lo sórdido de algunas escenas:

“Dos individuos sentados sobre un colchón
comen, beben cerveza
en calzoncillos. Ven películas porno.
Especulan de la vida
que deben tener estos actores.
Uno de ellos se masturba,
el otro come papas fritas y pollo:
ambos son hombres solitarios…”

O lo presencial y común que ya no debería asombrarnos se reviste de un interés distinto…

“Un señor de mostacho, camisa lila y short bermuda,
come en un restaurante/ del terminal de buses de Tacna-
Perú/
Degusta un lomo salteado con papas fritas, lleva gafas de
soldar sobre la frente/
Calcula un horizonte atestado de funcionarios y gente en
el control fronterizo/
Come, pareciera que estuviese en otra parte/
con un montón de circunstancias llevadas al hombro con
gusto/
Bebe cerveza en sorbos pequeños, mastica con
delicadeza el lomo/
y saborea cada hilacha de carne, cada grano de sal como
si fuera el último/
Saca una calculadora de su banano y un fajo de billetes/
Sonríe, se levanta y limpia su bigote con un rollo de papel
higiénico.”

Pero lo que resulta de todas las observaciones que va entregando el hablante lírico en sus versos es una crítica tajante a las costumbres de esta nación, de esta sociedad perfectible que debe corregirse desde las bases hacia arriba y los costados, en un sistema que agoniza y aún desea perpetuarse.

“Una voz que pide auxilio desde una ex-estación de
ferrocarril. La niña que quiere dar a luz después de la
fiesta. Un sujeto que es feliz con el cine argentino y toda
clase de pensamientos sobre la vida casera y el gozo de
cumplir años. En un pueblo rural hay señores que
observan el horizonte como si contemplasen más de un
sol. Ese anciano hace que todo se vuelva extraordinario
con tan sólo renacer de su orina. Una chica que lamenta
no ser un maniquí y los jugadores de pool ríen y
escuchan hard rock recordando que al día siguiente
deberán ser funcionarios que le cambiarán la cara al país.
La mujer de las tetas más grandes del mundo saldrá en
TV para convencer a los telespectadores de que tomen
leche y se dejen de tonterías.

Un anciano come porotos todos los días en el mercado
de Copiapó.”

Poemario interesante, poemas breves y tajantes, recomendable. Quisbert apuesta por la transgresión y logra su objetivo; impactar.

ESPANTAPAJAROS 22 por OLIVERIO GIRONDO



Las mujeres vampiro son menos peligrosas que las
mujeres con un sexo prehensil.
Desde hace siglos, se conocen diversos medios para
protegernos contra las primeras.
Se sabe, por ejemplo, que una fricción de trementina
después del baño, logra en la mayoría de los casos,
inmunizarnos; pues lo único que les gusta a las mujeres
vampiro es el sabor marítimo de nuestra sangre, esa
reminiscencia que perdura en nosotros, de la época en que
fuimos tiburón o cangrejo.
La imposibilidad en que se encuentran de hundirnos su
lanceta en silencio, disminuye, por otra parte, los riesgos de
un ataque imprevisto. Basta con que al oírlas nos hagamos
los muertos para que después de olfatearnos y comprobar
nuestra inmovilidad, revoloteen un instante y nos dejen
tranquilos.
Contra las mujeres de sexo prehensil, en cambio, casi
todas las formas defensivas resultan ineficaces. Sin duda,
los calzoncillos erizables y algunos otros preventivos,
pueden ofrecer sus ventajas; pero la violencia de honda con
que nos arrojan su sexo, rara vez nos da tiempo de
utilizarlos, ya que antes de advertir su presencia, nos
desbarrancan en una montaña rusa de espasmos
interminables, y no tenemos más remedio que resignarnos
a una inmovilidad de meses, si pretendemos recuperar los
kilos que hemos perdido en un instante.
Entre las creaciones que inventa el sexualismo, las
mencionadas, sin embargo, son las menos temibles. Mucho
más peligrosas, sin discusión alguna, resultan las mujeres
eléctricas, y esto, por un simple motivo: las mujeres
eléctricas operan a distancia.
Insensiblemente, a través del tiempo y del espacio, nos
van cargando como un acumulador, hasta que de pronto
entramos en un contacto tan íntimo con ellas, que nos
hospedan sus mismas ondulaciones y sus mismos parásitos.
Es inútil que nos aislemos como un anacoreta o como un
piano. Los pantalones de amianto y los pararrayos
testiculares son iguales a cero. Nuestra carne adquiere,
poco a poco, propiedades de imán. Las tachuelas, los
alfileres, los culos de botella que perforan nuestra
epidermis, nos emparentan con esos fetiches africanos
acribillados de hierros enmohecidos. Progresivamente, las
descargas que ponen a prueba nuestros nervios de alta
tensión, nos galvanizan desde el occipucio hasta las uñas de
los pies. En todo instante se nos escapan de los poros
centenares de chispas que nos obligan a vivir en pelotas.
Hasta que el día menos pensado, la mujer que nos electriza
intensifica tanto sus descargas sexuales, que termina por
electrocutarnos en un espasmo, lleno de interrupciones y de
cortocircuitos.

ΔΩРΙΑ (DORIA) por EZRA POUND



Sé en mí como la eterna tristeza
del viento del desierto, y no
como son las cosas transitorias−
con la alegría de las flores.
Y tenme en la dura soledad
de riscos sin sol
y grises aguas.
Deja que los dioses hablen quedamente de nosotros
en los días venideros,
las sombreadas flores de Orcus
te recordarán.

sábado, octubre 22, 2011

LA MALDICION DE LOS WHATELEYS DE ESPINOZA BARDI: EL TERROR PANDIMENSIONAL REVISITADO por EDUARDO J. FARIAS ALDERETE



Corrían los últimos años de la década de los 80, cuando entre los artistas y cultores de determinados movimientos en Antofagasta citaban a un autor que a nadie dejaba indiferente luego de su lectura, se encontraba en una galería específica en una librería determinada ( nada tan lúgubre como se podría pensar) en ediciones hispanas de buena calidad , portadas y un español de traducción bastante aceptable, esa era una de las vías para acceder a H.P. La otra vía, la más común y a la vez que el acto se revestía de misterio y un leve halo de iniciación, era la entrega por mano. Metaleros, dibujantes Comiqueros, poetas, diletantes y otros con aire de ocultistas extendían la obra de Lovecraft casi como un apostolado.

De eso, la bruma del tiempo se encargó de que desaparecieran de las memorias, y se volviera comercial la obra a través de ediciones piratas. La primera impresión que da al lector incauto, es una mezcla del terror de Casa Hammer con algo más profundo, atávico, incomprendido y abismante,” El color del Espacio” uno de los mejores cuentos que he leído en terror, el libro de selección de cuentos “La Habitación cerrada”, el popular “Horror de Dunwich” o la vertiginosa y atmosférica “En las Montañas de la Locura” marcaron a fuego la memoria de aquellos que buscaban algo más allá de la lectura inicial. Para que hablar del Necronomicón…

Esta introducción fue necesaria ya que la tercera entrega de Pablo Espinoza Bardi nos vuelve a impregnar de esa cosmovisión aberrante, de terror afilado y omnipresente, como si página tras página nos hiciera recorrer esos pasadizos polvorientos de la infancia y adolescencia de nuestros sueños o esa paranoia propia de la humanidad de que algo existe detrás de toda realidad… algo siniestro.

Una Pandimensión del terror encontramos a lo largo de las páginas de “Los últimos Dioses” y “Marcha Fúnebre hacia el valle Sagrado” “El Llamado De Muu Zebbuth, “El Alquimista” entre tiempos inmemoriales, era medieval y exoplanetas la trama nos inquieta desde nuestras raíces de la lógica y racionalidad.

Lo que comienza con Mr. Graveyard y llevándonos de la mano con un estilo refrescante sin olvidar el leitmotiv de lo Lovecraftiano desemboca el sólido relato ”La Maldición de los Whateleys” que le da el titulo a este libro, impresiona el lazo que el narrador crea inmediatamente con el lector, la familiaridad con que fluye cuadro tras cuadro, la fantasmagoría como recurso tiene su punto exacto, el ritmo narrativo sostenido logra su meta al crear en la imaginación esos pasajes horrendos a los que alguna vez presenciamos en los maestros del terror, los personajes nos embargan el espíritu, el ambiente se torna envolvente y perturbador, presenciamos una etapa de maduración en la narrativa de Espinoza Bardi , en esta especie de homenaje, algo que nos asegura que su imaginería se va puliendo y avanzando en uno de los géneros en que alcanzar esos niveles no es tarea fácil de lograr.

Asombrosa e imperdible obra en el norte de Chile en que la narrativa pareciese ir a la deriva y los exponentes del terror fueran inexistentes, ni lo uno ni lo otro sino que hay que investigar para hallar libros como este, simple, consistente, preciso.

viernes, octubre 21, 2011

I. EL ENTIERRO DE LOS MUERTOS por T.S. ELIOT



Abril es el mes más cruel: engendra
Lilas de la tierra muerta, mezcla
Memoria y deseo, con lluvia de primavera
Sacude raíces soñolientas.
Calor nos dio el invierno, cubriendo
La tierra con el olvido de la nieve, nutriendo
Una pequeña vida con tubérculos secos.
En el Starnbergersee1 nos sorprendió el verano
Con un aguacero; nos detuvimos en la columnata
Y bajo el sol seguimos hacia el Hofgarten2
Y tomamos café y hablamos durante una hora.
Bin gar keine Russin, stamm‛ aus Litauen, echt
deutsch.3
Cuando niños, parando en casa de mi primo
El archiduque, él me paseó en trineo
Y tuve miedo. Marie, me dijo,
Marie, cógete fuerte, y nos deslizamos.
La libertad se siente en las montañas.
Leo gran parte de la noche, y en el invierno voy al sur.
¿Cuáles raíces aprietan, qué ramas crecen
En estos pedregales? Hijo de hombre,
No puedes decirlo, adivinarlo; tú sólo conoces
Una pila de imágenes rotas, donde el sol bate,
El árbol muerto no cobija, el grillo no consuela
Y la piedra seca no da sonido de agua. Sólo
Hay sombra bajo esta roca roja
(Ven bajo la sombra de esta roca roja),
Y yo te mostraré algo diferente
De tu sombra que a zancadas te sigue en la mañana
O de tu sombra que en la tarde se levanta para verse
contigo.
En un puñado de polvo te mostraré el espanto.
Frisch weht der Wind Der Heimat zu.
Mein Irisch Kind,
Wo weilest du?4

“Hace un año me diste jacintos por primera vez,
Me llamaban la niña de los jacintos.”
—Mas cuando del jardín de jacintos regresábamos
tarde,
Tus brazos llenos y húmedos tus cabellos,
no pude Hablar ni ver, no estaba vivo
Ni muerto, no sabía nada,
Mirando en el corazón de la luz; el silencio.
Oed‛ und leer das Meer.5
Madame Sosostris, famosa clarividente,
Tenía un fuerte resfriado y, sin embargo,
Se le conoce como la más sabia mujer de Europa,
Con un pérfido paquete de barajas. Aquí, dijo ella,
Está su carta, el Marino Fenicio ahogado
(Estas perlas fueron sus ojos. ¡Mire!),
Aquí está Belladonna, la Dama de las Rocas,
Señora de las situaciones.
Aquí está el hombre de los tres bastos, aquí la
Rueda,
Aquí el comerciante tuerto, y esta carta
En blanco es algo que él carga en su espalda
Y que me está prohibido ver. No encuentro
Al Ahorcado. Tema la muerte por agua.
Veo multitudes que caminan en círculo.
Gracias. Si ve usted a la querida Mrs. Equitone,
Dígale que yo misma llevaré el horóscopo:
Hay que tener mucho cuidado en estos días.
Ciudad Irreal,
Bajo la parda niebla de un amanecer de invierno,
Sobre el Puente de Londres fluía tal multitud,
Que jamás pensé que fueran tantos los que la
muerte ha quebrantado.
Exhalaban suspiros ocasionales y breves
Y cada hombre fijaba los ojos en sus pies.
Fluían colina arriba y bajaban por King William
Street,
Hacia donde Saint Mary Woolnoth decía las horas
Con un sonido muerto al final de la novena
campanada.
Allí vi a un conocido, y le detuve, llamándole:
‛¡Stetson!
‛¡Tú que estuviste conmigo en las naves en
Mylae!
‛¿Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu
jardín,
‛Ha comenzado a brotar? ¿Florecerá este año
‛O ha perturbado su lecho la escarcha repentina?
‛¡Oh, aleja de ahí al Perro, que es amigo de los
hombres,
‛O con sus garras lo desenterrará!
‛¡Tú, hypocrite lecteur —mon semblable, mon
frère!’


1 Lugar montañoso junto al mar.
2 Jardín posterior.
3 “No soy rusa, mi estirpe es lituana; (soy) alemana verdadera.”
4 “Fresco sopla el viento / en la tierra natal. / Mi niño irlandés, / ¿dónde estás?”
5 “Vacío y desierto, el mar.”

COMPRENSION por CONSTANTINO KAVAFIS




Los años de mi juventud, mi vida voluptuosa
– cuán claramente veo ahora su sentido.
Qué inútiles arrepentimientos, qué vanos...

Pero no veía el sentido entonces.

En la vida disipada de mi juventud
se plasmaban los impulsos de mi poesía,
se esbozaba el ámbito de mi arte.
Por eso tampoco los arrepentimientos nunca fueron firmes.
Y las decisiones de contenerme, de cambiar
duraban dos semanas a lo más.

LAS ALMAS DE LOS VIEJOS por CONSTANTINO KAVAFIS




En sus viejos cuerpos acabados
viven las almas de los ancianos.
Cuán tristes son las pobres
y qué hastiadas de la vida miserable que arrastran.
Cómo tiemblan de perderla y cuánto la aman
las desamparadas y contradictorias
almas, que viven – comicotrágicas –
bajo la vieja piel gastada.

MUY RARAMENTE por CONSTANTINO KAVAFIS




Es un anciano. Agotado y giboso,
estragado por los años, y por intemperancias,
con paso lento atraviesa la calleja.
Y sin embargo cuando entra a su casa para ocultar
su ruina y su vejez, considera
la parte que él aún posee en la juventud.

Adolescentes ahora los versos suyos recitan.
Por los vivaces ojos de éstos pasan las visiones suyas.
Sus espíritus sanos, voluptuosos,
sus cuerpos armoniosos, firmes,
se conmueven con su propia expresión de la Belleza.

LA CIUDAD por CONSTANTINO KAVAFIS




Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar.
Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta.
Todo esfuerzo mío es una condena escrita;
y está mi corazón – como un cadáver – sepultado.
Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo.
Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire
oscuras ruinas de mi vida veo aquí,
donde tantos años pasé y destruí y perdí".

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Vagarás
por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo
y en estas mismas casas encanecerás.
Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar – no esperes –
no hay barco para ti, no hay camino.
Así como tu vida la arruinaste aquí
en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.

PARA JANE, CON TODO EL AMOR QUE LE TUVE, QUE NO FUE SUFICIENTE por CHARLES BUKOWSKI




Recojo la falda,
recojo el rosario negro
que brilla,
eso que una vez
tocó su carne,
y llamo mentiroso a Dios
y afirmo que algo que se moviera
así
o que supiera
mi nombre
no podía morir nunca
con esa certeza inamovible de la muerte.
Y recojo
su precioso
vestido,
perdida toda su belleza,
y les hablo
a todos los dioses,
dioses judíos, dioses cristianos,
pedacitos de cosas brillantes,
ídolos, píldoras, pan
compresiones, riesgos,
renuncias conscientes,
ratas en la salsa de dos
que se han vuelto casi locos,
sin ninguna oportunidad,
conocimiento de colibrí,
oportunidad de colibrí,
me inclino sobre eso
me apoyo en todo eso
y lo sé:
tengo un vestido en mi brazo
pero
nada
me la devolverá.-

¡MATEMOS A LOS POBRES! por CHARLES BAUDELAIRE



Durante quince días me recluí en la habitación, rodeado de los libros de moda entonces - hará diez y seis o diez y siete años-; quiero decir de los libros en que se trata del arte de hacer a los pueblos dichosos, buenos y ricos en veinticuatro horas. Había, pues, digerido -es decir, tragado- todas las elucubraciones de esos contratistas de la felicidad pública de los que aconsejan a todos los pobres que se hagan esclavos y de los que llegan a persuadirles de que todos son reyes destronados-. No habrá de causar sorpresa que estuviese yo entonces en una disposición de espíritu cercana del vértigo o de la estupidez.
Únicamente me había parecido que sentía, confinado en el fondo de mi intelecto, el germen obscuro de una idea superior a todas las fórmulas de buena mujer, cuyo diccionario había recorrido yo no hacía mucho. Pero no era más que la idea de una idea, algo infinitamente vago.
Y salí con una gran sed. Porque el gusto apasionado de las malas lecturas engendra una
necesidad en proporción de aire libre y de refrescos.
A punto de entrar en la taberna, un mendigo me alargó el sombrero, con una de esas
miradas inolvidables que derribarían tronos si el espíritu moviese la materia y si los ojos de un magnetizador hiciesen madurar las uvas.
Al mismo tiempo oí una voz que me cuchicheaba al oído, una voz que reconocí
perfectamente: era la de un Ángel bueno o la de un Demonio bueno, que a todas partes me
acompaña. Puesto que Sócrates tenía su Demonio bueno, ¿por qué no había yo de tener mi
Ángel bueno, y por qué no tendría, como Sócrates, el honor de alcanzar mi certificado de locura, firmado por el sutil Lélut y por el avispado Baillarger?
Esta diferencia existe entre el Demonio de Sócrates y el mío; que el de Sócrates no se le manifestaba sino para defender, avisar o impedir, y el mío se digna aconsejar, sugerir, persuadir. El pobre Sócrates no tenía más que un Demonio prohibitivo; el mío es gran afirmador, el mío es Demonio de acción, Demonio de combate.
Su voz, pues, me cuchicheaba esto: «Sólo es igual a otro quien lo demuestra, y sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla.»
Inmediatamente me arrojé sobre mi mendigo. De un solo puñetazo le hinché un ojo, que en
un segundo se volvió del tamaño de una pelota. Me partí una uña al romperle dos dientes, y como no me sentía con fuerza bastante, porque soy delicado de nacimiento y me he ejercitado poco en el boxeo, para matar al viejo con rapidez, le cogí con una mano por la solapa del vestido, le agarré del pescuezo con la otra y empecé a sacudirle vigorosamente la cabeza contra la pared. He de confesar que antes había inspeccionado los alrededores en una ojeada, para comprobar que en aquel arrabal desierto me encontraba, por tiempo bastante largo, fuera del alcance de todo agente de policía.
Como en seguida, de un puntapié en la espalda, bastante enérgico para romperle los
omoplatos, acogotara al débil sexagenario, me apoderé de una gruesa rama que estaba caída y le golpeé con la energía obstinada de los cocineros que quieren ablandar un biftec.
De repente -¡Oh milagro!, ¡oh goce del filósofo que comprueba lo excelente de su teoría!- vi que la vieja armazón de huesos se volvía, se levantaba con energía, que nunca hubiera sospechado yo en máquina tan descompuesta, y con una mirada de odio que me pareció de buen agüero, el decrépito malandrín se me echó encima, me hinchó ambos ojos, me rompió cuatro dientes, y con la misma rama me sacudió leña en abundancia. Con mi enérgicamedicación le había devuelto el orgullo y la vida.
Hícele señas entonces, para darle a entender que yo daba por terminada la discusión, y,
levantándome tan satisfecho como un sofista del Pórtico, le dije: «¡Señor mío, es usted igual a mí! Concédame el honor de compartir conmigo mi bolsa; y acuérdese, si es filántropo de veras, que a todos sus colegas, cuando la pidan limosna, hay que aplicarles la teoría que he tenido el dolor de ensayar en sus espaldas.»
Me juró que se daba cuenta de mi teoría y que sería obediente a mis consejos

jueves, octubre 20, 2011

ZONAS DE PELIGRO (FINAL) por THOMAS HARRIS



Orompello el Cerro la Cruz la muerte
no me van a decir ahora que esa mole que tacha
el Bio Bio es el puente de Brooklin que los
muertos de mil novecientos setenta y tres
era un teatro de sombras exhibido al nivel de
las aguas sombras chinas rebasando las miirgenes
o quizás sombras chinas se ha perdido la medida
de las cosas en esta ciudad sudamericana al
sur de las estrellas las estrellas se volvieron
fuego alumbrado público hoyos
no nos van a venir ahora con que otompello era
un puro simbolo echado sobre la ciudad el amor
piltrafa el cuerpo de nuestras mujeres el amor
es otro trabajo enajenado acá el sur de ninguna
cosa las estrellas eran orificios en el
cielo en los muros en los
cuerpos huecos rojos
huecos por donde se transparentaba
este baldio.
(1979-1981)

SERMONES Y PREDICAS DEL CRISTO DEL ELQUI I por NICANOR PARRA



A pesar de que vengo preparado
realmente no sé por donde empezar
empezaré sacándome las gafas
esta barba no crean que es postiza
22 años que no me la corto
como tampoco me corto las uñas
o sea que cumplí la palabra empeñada
más allá de la fecha convenida
puesto que la manda fue solo por veinte
no me he cortado barba ni uñas
solamente las uñas de los pies
en honor a mi madre idolatrada
pero por las que tuve que pasar
humillaciones calumnias desprecios
siendo que yo no molestaba a nadie
solo cumplía la sagrada promesa
que hice cuando ella murió
no cortarme la barba ni las uñas
por un lapso de veinte años
en homenaje a su sagrada memoria
renunciar a la vestimenta común
y reemplazarla por un humilde sayal
ahora les revelaré mi secreto
la penitencia ya se cumplió
pronto me podrán ver
nuevamente vestido de civil.

LAZAROPOLIS II por PABLO ESPINOZA BARDI



Como te habrás dado cuenta, todo tu
cuerpo está enraizado al colchón
¿Alguna explicación? Más adelante lo
explicaré... iremos por partes
¿Cuánto tiempo crees que haya pasado?
¿tres? ¿cinco años? En realidad, es
algo que no se puede saber con
certeza, nuestro tiempo transcurre
distinto al tuyo, pero en honor a la
verdad... a quien carajo le importa.
Das pena y asco, allí, todo seco y
paralizado en un roñoso colchón. Por
suerte cuentas conmigo... y claro,
con todos los demás que efectúan una
excelente labor, los que te recuerdan
a diario que sigues “vivito y
coleando”. Cada cierto tiempo debo
comentarte todas estas cosas pues tu
cerebro no funciona como antes, está
bastante estropeado y hacemos lo
posible por subsanar algunos de los
tejidos dañados... se hace lo que se
puede, pero lo importante es que me
entiendes. Bueno mi querido Lázaro,
te pongo al tanto. Como dije en un
principio tu cuerpo está enganchado
al colchón por un tema de seguridad,
gracias a pequeños tubos de
irregulares características, mezcla
de plásticos y carne. Tú piel está
extremadamente reseca, consecuencia
del constante polvo que se aloja en
los gruesos y nudosos surcos de tu
cuerpo, en la cual se trabaja día a
día, escarbando y reparando a nivel
sub-cutáneo las zonas muertas.
Lamentablemente tu pie derecho no
pudimos salvarlo... pero estamos
fabricando uno nuevo para ti, no se
va a parecer al original, pero usamos
materiales de buena calidad; madera,
latas, bolsas plásticas, carne animal
y sustancias vomitadas por algunos de
nosotros... hasta nuestros propios
cadáveres han sido utilizados en la
reconstrucción de tu pierna a lo
largo de estos años. Los gases que
puedes ver y que están a tu alrededor
pertenecen a una atmósfera de
carácter primitiva. Tú y el colchón
forman un pequeño ecosistema junto al
musgo y los hongos, los cuales nos
facilitan la vida dentro y fuera de
esta orgánica-ciudadela.
El mundo está hecho sólo para una
medida. Una medida estándar,
digámoslo así. La mayoría sólo debe
encajar dentro de ella y eso te
determina como humano promedio por el
resto de tu vida. Por eso te contaré
una pequeña historia para que
entiendas cual es mi punto. Había un
gordo que a duras penas pasaba por la
puerta de su casa. Eso ya le
significaba un enorme trabajo.
Imagínate, tratando de pasar por esa
angosta puerta toda su terrible
humanidad. El pobre gordo ni siquiera
podía tomar un taxi como la gente
normal, vestirse como la gente
normal, disfrutar de una película en
el cine como la gente normal y muchas
otras cosas que suele hacer la gente
normal. Entonces, ya no pertenecía a
este mundo “estándar”. Y en el otro
extremo estás tú. Escuálido y
patético. Abandonado hace años sobre
un mugriento colchón. Sin poder
moverte, sin hacer nada...
absolutamente nada. Tampoco
perteneces a este mundo como podrás
haberte dado cuenta. Pero cuál es el
punto. A diferencia del gordo tú nos
tienes a nosotros, y eso es lo
perfecto de nuestra maravillosa
simbiosis.
...y de esta forma, todos en
armoniosa comunidad, te hemos
preparado para el glorioso “gran
evento”... día y noche se trabaja por
turnos de doce horas sin descanso.
Por ejemplo, si te das cuenta, en
este mismo momento, por tu cabeza
ladeada entran en tu boca cientos de
gruesos escarabajos con materias
primas y salen en igual cantidad con
distintos tipos de escombros. Por el
agujero del dedo índice de tu mano
izquierda, una tropa de laboriosas
hormigas recolectoras ingresan el
alimento necesario, el cual es
depositado en carnosas alacenas
dispuestas en la zona del estomago.
Algunas babosas de rugosas formas
trabajan arduamente en la
reconstrucción de articulaciones y
tejidos internos, arterias y diversos
tipos de órganos. Miles de ácaros
limpian la carne seca que se
desprende como caspa, la cual es reutilizada
y procesada en el taller de
recuperación de materiales, ubicado
en el hígado. Decenas de cucarachas
se encargan de limpiar tu zona
rectal, la que constantemente evacua
líquidos fecales y que posteriormente
se usan para la fertilización de
hongos y helechos microscópicos.
Bueno, te comento que arañas, larvas,
moscas, polillas y distintas clases
de parásitos están destinados a trabajos
específicos y centralizados, todo
coordinado de manera matemática por un
robusto ciempiés. Qué maravilloso es el
ciclo de la vida... ¿No te parece? Afuera
hay un estupendo día..., un gran sol nos
espera... las grandes ciudades, sus
variados placeres... tú serás nuestro
profeta y nos llevarás hacia la tierra
prometida... nuestro vehículo y canal de
salvación. Después de años y años de
arduo trabajo, por fin está todo listo
para el ansiado “gran evento”.
Y ahora… ¡Levántate Lázaro... ve y
recorre el mundo!

ARTE PROTEICA por TITO MANFRED


Yo que soy un Dios acabronado
escribo para chuparme el pico
sellarles las fauces
y reírme de todos ellos
del rebaño psicodélico
de las perras del nuevo avant-gard
de la bastardía enmudecida
de los centauros que bien machacan
la ceniza que delinea
la aureola que corona
los hipocampos de la máquina
que teje y desteje arañas
mientras me excuso de jamás
poder salirme de mí de mí de mí
desde lo más profundo
desde la superficie del texto
en que describo los siete negrores
de mi arco iris monocromático

jueves, octubre 13, 2011

El HOMBRE por VLADIMIR MAIAKOVSKI



Servidores del culto sagrado, absolventes de
todo pecado, el sol, cual incensario ilumina mi
cabeza. Purificadores aspirantes a monjes.
La noche de unción del hábito sacerdotal
cuelga sobre mi espalda de condenado.
Yo beso el Evangelio,
de mil páginas de mis días de amor.
Mi amor es una plegaria,
resonando de dolor,
y marcha con el alma en peregrinación,
con devoción de esperanzado.
Escucho la tierra,
y su voz me dice:
"¡Hoy te doy mi absolución!"
En el arca de la noche,
yo espero,
al nuevo Noé,
envuelto en la sotana del diluvio.
Ahora vendrán por mí,
y cortarán las amarras de la tierra,
empujados por los vientos del amanecer.
Ya vienen.
Ya llegaron.
Se ven luces por doquier.
Cantan los gallos del amanecer.
Silenciosamente entran los días,
con su cáscara de trajines.
De nuevo sale el sol.
El capitán de fuego nos convoca,
con los tambores de la aurora,
allá,
detrás de los basurales de la tierra.
Sol,
acaso me olvidarás,
yo que soy tu pregón sonoro.

miércoles, octubre 12, 2011

LETANÍA NOCTURNA por EZRA POUND



¡Oh Dios, purifica nuestros corazones!
¡Purifica nuestros corazones!
Sí, las líneas que has depositado en mí
en sitios de hermosura
y la belleza de esta tuVenecia
que me has mostrado
provocan mis lágrimas.
Oh Dios, ¿qué gran bondad
tuvimos en tiempos pasados
y hemos olvidado hoy,
que nos has dado esta maravilla,
oh Dios de las aguas?
Oh Dios de la noche,
¿qué gran dolor
nos acometerá
que nos has recompensado
antes del tiempo de su llegada?
Oh Dios del silencio,
purifica nuestros corazones,
purifica nuestros corazones,
porque hemos visto
la gloria de la sombra
semejante a tu doncella.

Sí, la gloria de la sombra
de tu belleza ha caminado
sobre la sombra de las aguas
en esta tu Venecia.
Y ante la santidad
de la sombra de tu doncella
he recogido la mirada,
oh Dios de las aguas.
Oh Dios del silencio,
purifica nuestros corazones,
purifica nuestros corazones,
oh Dios de las aguas,
limpia nuestros corazones,
porque he visto
la sombra de esta tuVenecia
flotando sobre las aguas,
y tus estrellas
han visto este prodigio, desde sus remotos cursos
han visto ellas este prodigio,
oh Dios de las aguas,
apacibles como son tus estrellas
mudas para nosotros en sus remotos cursos,
sereno es también mi corazón
y se vuelve silencioso dentro de mí.
Purifica nuestros corazones
oh Dios del silencio,
purifica nuestros corazones
oh Dios de las aguas.

LA BIBLIOTECA DE BABEL por JORGE LUIS BORGES



El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.
Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto o, por lo menos, de nuestra intuición del espacio. Razonan que es inconcebible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de lomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes; pero su testimonio es sospechoso; sus palabras, oscuras. Ese libro cíclico es Dios.) Básteme, por ahora, repetir el dictamen clásico: La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.
A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa. Antes de resumir la solución (cuyo descubrimiento, a pesar de sus trágicas proyecciones, es quizá el hecho capital de la historia) quiero rememorar algunos axiomas.
El primero: La Biblioteca existe ab aeterno. De esa verdad cuyo colorario inmediato es la eternidad futura del mundo, ninguna mente razonable puede dudar. El hombre, el imperfecto bibliotecario, puede ser obra del azar o de los demiurgos malévolos; el universo, con su elegante dotación de anaqueles, de tomos enigmáticos, de infatigables escaleras para el viajero y de letrinas para el bibliotecario sentado, sólo puede ser obra de un dios. Para percibir la distancia que hay entre lo divino y lo humano, basta comparar
estos rudos símbolos trémulos que mi falible mano garabatea en la tapa de un libro, con las letras orgánicas del interior: puntuales, delicadas, negrísimas, inimitablemente simétricas.
El segundo: El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)
Durante mucho tiempo se creyó que esos libros impenetrables correspondían a lenguas pretéritas o remotas. Es verdad que los hombres más antiguos, los primeros bibliotecarios, usaban un lenguaje asaz diferente del que hablamos ahora; es verdad que unas millas a la derecha la lengua es dialectal y que noventa pisos más arriba, es incomprensible. Todo eso, lo repito, es verdad, pero cuatrocientas diez páginas de inalterables MCV no pueden corresponder a ningún idioma, por dialectal o rudimentario que sea. Algunos insinuaron que cada letra podía influir en la subsiguiente y que el valor de MCV en la tercera línea de la página 71 no era el que puede tener la misma serie en otra posición de otra página, pero esa vaga tesis no prosperó. Otros pensaron en criptografías; universalmente esa conjetura ha sido aceptada, aunque no en el sentido en que la formularon sus inventores.
Hace quinientos años, el jefe de un hexágono superior dio con un libro tan confuso como los otros, pero que tenía casi dos hojas de líneas homogéneas. Mostró su hallazgo a un descifrador ambulante, que le dijo que estaban redactadas en portugués; otros le dijeron que en yiddish. Antes de un siglo pudo establecerse el idioma: un dialecto samoyedo-lituano del guaraní, con inflexiones de árabe clásico. También se descifró el contenido: nociones de análisis combinatorio, ilustradas por ejemplos de variaciones con repetición ilimitada. Esos ejemplos permitieron que un bibliotecario de genio descubriera la ley fundamental de la Biblioteca. Este pensador observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio,
la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.
Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza. En aquel tiempo se habló mucho de las Vindicaciones: libros de apología y de profecía, que para siempre vindicaban los actos de cada hombre del universo y guardaban arcanos prodigiosos para su porvenir. Miles de codiciosos abandonaron el dulce hexágono natal y se lanzaron escaleras arriba, urgidos por el vano propósito de encontrar su Vindicación. Esos peregrinos disputaban en los corredores estrechos, proferían oscuras maldiciones, se estrangulaban en las escaleras divinas, arrojaban los libros engañosos al fondo de los túneles, morían despeñados por los hombres de regiones remotas. Otros se enloquecieron... Las Vindicaciones existen (yo he visto dos que se refieren a personas del porvenir, a personas acaso no imaginarias) pero los buscadores no recordaban que la posibilidad de que un hombre encuentre la suya, o alguna pérfida variación de la suya, es computable en cero.
También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. Es verosímil que esos graves misterios puedan explicarse en palabras: si no basta el lenguaje de los filósofos, la multiforme Biblioteca habrá producido el idioma inaudito que se requiere y los vocabularios y gramáticas de ese idioma. Hace ya cuatro siglos que los hombres fatigan los hexágonos... Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.
A la desaforada esperanza, sucedió, como es natural, una depresión excesiva. La certidumbre de que algún anaquel en algún hexágono encerraba libros preciosos y de que esos libros preciosos eran inaccesibles, pareció casi intolerable. Una secta blasfema sugirió que cesaran las buscas y que todos los hombres barajaran letras y símbolos, hasta construir, mediante un improbable don del azar, esos libros canónicos. Las autoridades se vieron obligadas a promulgar órdenes severas. La secta desapareció, pero en mi niñez he visto hombres viejos que largamente se ocultaban en las letrinas, con unos discos de metal en un cubilete prohibido, y débilmente remedaban el divino desorden.
Otros, inversamente, creyeron que lo primordial era eliminar las obras inútiles. Invadían los hexágonos, exhibían credenciales no siempre falsas, hojeaban con fastidio un volumen y condenaban anaqueles enteros: a su furor higiénico, ascético, se debe la insensata perdición de millones de libros. Su nombre es execrado, pero quienes deploran los «tesoros» que su frenesí destruyó, negligen dos hechos notorios. Uno: la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal. Otro: cada ejemplar es único, irreemplazable, pero (como la Biblioteca es total) hay siempre varios centenares de miles de facsímiles imperfectos: de obras que no difieren sino por una letra o por una coma. Contra la opinión general, me atrevo a suponer que las consecuencias de las depredaciones cometidas por los Purificadores, han sido exageradas por el horror que
esos fanáticos provocaron. Los urgía el delirio de conquistar los libros del Hexágono Carmesí: libros de formato menor que los naturales; omnipotentes, ilustrados y mágicos.
También sabemos de otra superstición de aquel tiempo: la del Hombre del Libro. En algún anaquel de algún hexágono (razonaron los hombres) debe existir un libro que sea la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: algún bibliotecario lo ha recorrido y es análogo a un dios. En el lenguaje de esta zona persisten aún vestigios del culto de ese funcionario remoto. Muchos peregrinaron en busca de Él. Durante un siglo fatigaron en vano los más diversos rumbos. ¿Cómo localizar el venerado hexágono secreto que lo hospedaba? Alguien propuso un método regresivo: Para localizar el libro A, consultar previamente un libro B que indique el sitio de A; para localizar el libro B, consultar previamente un libro C, y así hasta lo infinito... En aventuras de ésas, he prodigado y consumido mis años. No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.
Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción. Hablan (lo sé) de «la Biblioteca febril, cuyos azarosos volúmenes corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira». Esas palabras que no sólo denuncian el desorden sino que lo ejemplifican también, notoriamente prueban su gusto pésimo y su desesperada ignorancia. En efecto, la Biblioteca incluye todas las estructuras verbales, todas las variaciones que permiten los veinticinco símbolos ortográficos, pero no un solo disparate absoluto. Inútil observar que el mejor volumen de los muchos hexágonos que administro se titula «Trueno peinado», y otro «El calambre de yeso» y otro «Axaxaxas mlo». Esas proposiciones, a primera vista incoherentes, sin duda son capaces de una justificación criptográfica o alegórica; esa justificación es verbal y, ex hypothesi, ya figura en la Biblioteca. No puedo combinar unos caracteres dhcmrlchtdj que la divina Biblioteca no haya previsto y que en alguna de sus lenguas secretas no encierren un terrible sentido. Nadie puede articular una sílaba que no esté llena de ternuras y de temores; que no sea en alguno de esos lenguajes el nombre poderoso de un dios. Hablar es incurrir en tautologías. Esta epístola inútil y palabrera ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles de uno de los incontables hexágonos, y también su refutación. (Un número n de lenguajes posibles usa el mismo vocabulario; en algunos, el símbolo biblioteca admite la correcta definición ubicuo y perdurable sistema de galerías hexagonales, pero biblioteca es pan o pirámide o cualquier otra cosa, y las siete palabras que la definen tienen otro valor. Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?).
La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma. Yo conozco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degeneran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicidios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la
Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.
Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar, lo cual es absurdo. Quienes la imaginan sin límites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.

Oliverio Girondo Comunión plenaria

ESPANTAPAJAROS 4 por OLIVERIO GIRONDO



Abandoné las Carambolas por el calambur, los
madrigales por los mamboretás, los entreveros por los
entretelones, los invertidos por los invertebrados. Dejé
la sociabilidad a causa de los sociólogos, de los
solistas, de los sodomitas, de los solitarios. No quise
saber nada con los prostáticos. Preferí el sublimado a
lo sublime. Lo edificante a lo edificado. Mi repulsión
hacia los parentescos me hizo eludir los padrinazgos,
los padrenuestros. Conjuré las conjuraciones más
concomitantes con las conjuraciones conyugales. Fui
célibe, con el mismo amor propio con que hubiese sido
paraguas. A pesar de mis predilecciones, tuve que
distanciarme de los contrabandistas y de los
contrabajos; pero intimé, en cambio, con la flagelación,
con los flamencos.
Lo irreductible me sedujo un instante. Creí, con
una buena fe de voluntario, en la mineralogía y en los
minotauros. ¿Por qué razón los mitos no repoblarían la
aridez de nuestras circunvoluciones? Durante varios
siglos, la felicidad, la fecundidad, la filosofía, la fortuna
¿no se hospedaron en una piedra
¡Mi ineptitud llegó a confundir a un coronel con un
termómetro!
Renuncié a las sociedades de beneficencia, a los
ejércitos respiratorios, a la franela. Aprendí de memoria
el horario de los trenes que no tomaría nunca. Poco a
poco me sedujeron el recato y el bacalao. No consentí
ninguna concomitancia con la concupiscencia, con la
constipación. Fui metodista, malabarista, monogamista.
Amé las contradicciones, las contrariedades, los
contrasentidos... y caí en el gatismo, con una violencia
de gatillo.

NOCHE por ANTONIN ARTAUD



" Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.
En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.
El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.
Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.
Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.
En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.
En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.
Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.
En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.
Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea aérea.
El Verbo brota del sueno
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.
El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.
El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.
La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.
En la calle sólo una ventana,
las cartas batidas suenan.
En la ventana la mujer sexuada
somete su vientre a discusión. "

ESTAN POR TODOS LADOS por CHARLES BUKOWSKI



los oledores de tragedias están
por todos lados
se levantan a la mañana
y empiezan a encontrar las cosas
mal.
y se sumergen
en la rabia,
una rabia que dura hasta
que se van a la cama,
e incluso ahí
se retuercen en su
insomnio,
incapaces de quitar
de sus mentes
los pequeños obstáculos
que han hallado.
se sienten en contra,
es un complot.
y por estar constantemente
furiosos sienten que
siempre tienen
razón.
los ves en el tráfico
tocando bocina como salvajes
ante la más leve infracción,
puteando
desparramando sus
insultos.
los sentís
en las colas
de los bancos,
de los supermercados,
de los cines
presionan
en tu espalda
te pisan los talones
están impacientes por
una furia.
están por todos lados
y en
todas las cosas,
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charles bukowsky poemas
esas almas
violentamente
infelices.
en realidad están asustados,
como siempre quieren
tener razón
fustigan
sin cesar...
es un mal
una enfermedad de
esa raza.
el primero de ellos
que vi fue
mi padre
y desde entonces
he visto mil padres
malgastando sus vidas
en el odio,
arrojando sus vidas
al pozo ciego
y gritando
enloquecidos.-

EN BUSCA DEL YAGÉ (1953) por WILLIAM BURROUGHS



Hotel Colón, Panamá, 15 de enero de 1953




Querido Allen:
Me quedé aquí para hacerme sacar las almorranas. Calculé que no
convenía ir a meterse entre los indios con almorranas.
Bill Gains estuvo aquí y ha agotado la tintura paregórica en toda la
República de Panamá, desde Las Palmas hasta David. Antes de Gains, Panamá
era una ciudad paregórica. En cualquier farmacia se podían comprar cuatro
onzas. Ahora los boticarios no quieren saber nada y la Cámara de Diputados
estuvo a punto de dictar una Ley Gains especial, pero él tiró la esponja y
regresó a México. Yo estaba dejando el opio y Gains no hacía sino fastidiar
con aquello de para qué engañarme, opiómano una vez, opiómano siempre.
Que si dejaba el opio me convertiría en un borracho miserable o me volvería
loco tomando cocaína.
Una noche me emborraché y compré paregórico y él no hacía sino
repetir y repetir: "Yo sabía que volverías al paregórico. Lo sabía. Serás un
opiómano toda la vida" y me miraba con una sonrisita de gato. Para él, el opio
es una causa.
Fui al hospital enfermo por el opio y pasé cuatro días allí. No me
daban sino tres inyecciones de morfina y no podía dormir a causa del dolor, el
calor y la falta de opio, y además de eso en el mismo cuarto estaba conmigo
un caso de hernia, un panameño, y los amigos venían y se quedaban todo el
día y la mitad de la noche uno de ellos se quedó realmente hasta medianoche.
Recuerdo haber pasado en el corredor a1 lado de unas
norteamericanas con aire de esposas de oficiales. Una decía: "No sé por qué,
pero me es imposible comer cosas dulces". "Tiene diabetes, señora", dije. Se
volvieron rápidamente y me miraron indignadas.
Después que me dieron de alta en el hospital, pasé por la Embajada.
Frente a ella hay un terreno baldío con árboles y maleza donde los muchachos
se desvisten para nadar en las aguas sucias de la residencia acuática de una
pequeña y venenosa serpiente marina. Olor a excrementos, agua de mar y
lujuria de jóvenes machos. No había carta alguna. Hice otro alto en el camino
para comprar dos onzas de paregórico. El mismo Panamá de siempre. Putas,
putos y rufianes.
"¿Quiere linda chica?"
"¿Baile de señora desnuda?"
"¿Quiere ver como monto a mi hermana?
" No es de extrañar que los alimentos sean tan caros". Nadie quiere
quedarse en el campo. Todos quieren venir a la gran ciudad y ser rufianes.
Yo tenía el artículo de una revista que hablaba de una taberna, en las
afueras de la ciudad de Panamá, llamada "Blue Goose". "Es éste un local
donde todo puede ocurrir. Los vendedores de drogas están al acecho en el
baño de hombres con una hipodérmica cargada y lista para clavarla. Hay veces
que surgen de alguno de los retretes y se la clavan a uno en el brazo sin
esperar a que diga algo. Los homosexuales están en su gloria."
El "Blue Goose" tiene el aspecto de una de esas tabernas de los
caminos en la época de la prohibición. Un edificio bajo y largo, venido a
menos y cubierto de enredaderas. Se oía croar las ranas en el bosque y en los
pantanos que lo rodeaban. Afuera había unos pocos coches y adentro una débil
luz azulada. Me acordé de una taberna en las afueras, durante la época de la
prohibición, en mi adolescencia, y del sabor del gin en un verano del Medio
Oriente. (¡Oh, Dios mío! Y la luna de agosto en un cielo violeta y la pija de
Billy Bradshinkel. ¿Cómo puede uno ensuciarse tanto?)
Inmediatamente, dos Putas viejas se sentaron a mi mesa sin ser
invitadas y pidieron bebidas. La vuelta costaba seis dólares con noventa. La
única cosa que acechaba en el baño de hombres era el encargado de los
lavatorios, insolente y pedigüeño. Debo añadir que en Panamá, lejos de correr
la gran juerga, nunca he conseguido un muchacho. Siempre me pregunto
cómo será un chico panameño. Probablemente un castrado. Al decir que todo
puede ocurrir, se refieren al local y no a los clientes.
Me encontré por casualidad con mi viejo amigo Jones, el chofer de
taxi, y le compré un poco de C, que estaba lindamente falsificada. Casi me
ahogué tratando de aspirar lo bastante de esa porquería como para levantarme.
Eso es Panamá. No me sorprendería nada que adulterasen a las Putas con
esponjas de goma.
Los panameños deben ser los individuos más piojosos del hemisferio
—aunque tengo entendido que los venezolanos entran en la competencia— y
jamás encontré un grupo de ciudadanos que me deprima tanto como el de los
empleados públicos de la Zona del Canal. Es imposible entrar en contacto con
un funcionario a nivel de la intuición y la comprensión. Simplemente, carecen
de aparato receptor y emiten tanto como una batería muerta. Debe de haber
ondas cerebrales de una baja frecuencia especial, propias de los empleados
gubernamentales.
Los hombres de las fuerzas armadas no parecen jóvenes. No tienen
entusiasmo ni conversación.
En realidad rehuyen la compañía de civiles. El único elemento con el
cual estoy en contacto en Panamá es el de abajo, y todos son unos vivillos.



Cariños


Bill





P.S. Billy Bradshinkel llegó a fastidiarme tanto que finalmente tuve
que matarlo:
La primera vez fue en mi Ford A, después del Baile de los Graduados, en
primavera. Billy tenía los pantalones bajos, a la altura de los tobillos, y
conservaba puesta la camisa del smocking, y todo el asiento del coche estaba
lleno de semen. Después me encontró sosteniéndole por el brazo mientras él
vomitaba a la luz de los faros del coche, con su aire juvenil y petulante, los
rubios cabellos desordenados por el tibio viento de primavera. Luego
volvimos al coche, apagamos las luces y yo dije: "Vamos de nuevo".
Y él dijo: "No, no deberíamos".
Y yo dije: "¿Por qué no?", y para ese entonces él estaba ya excitado, de modo
que lo hicimos de nuevo, y yo pasé las manos sobre su espalda por debajo de
la camisa del smocking y lo apreté contra mí y sentí la larga pelusa de bebé de
sus mejillas suaves contra la mía y él se durmió allí y estaba empezando a
aclarar cuando volvimos a casa.
Después de ésa, lo hicimos varias veces más en el coche, y una vez
que su familia estaba ausente nos quitamos toda la ropa y luego lo estuve
mirando dormir como un bebé con la boca entreabierta.
Ese verano Billy tuvo tifoidea y yo iba a verlo todos los días y su
madre me servía limonada y una vez su padre me sirvió una botella de cerveza
y me convidó con un cigarrillo. Cuando Billy mejoró solíamos ir con el coche
al Lago Creve Coeur, alquilábamos un bote y nos íbamos a pescar y nos
acostábamos en el fondo del bote, abrazados, sin hacer nada. Un sábado
exploramos una vieja cantera y descubrimos una cueva y nos quitamos los
pantalones en la mohosa oscuridad.
Recuerdo que la última vez que vi a Billy fue en octubre de ese año.
Uno de esos días azules y brillantes que se dan en los Ozarks en otoño.
Habíamos salido al campo con el coche para cazar ardillas con mi escopeta del
22, y caminamos por el bosque de otoño sin descubrir nada que cazar y Billy
estaba silencioso y hosco; nos sentamos en un tronco y Billy se miraba los
zapatos hasta que por fin me dijo que no podría verme de nuevo (observa que
te estoy ahorrando las hojas muertas).
"Pero, ¿por qué Billy? ¿Por qué?
"Si tú no lo sabes yo no puedo explicártelo. Volvamos al coche."
Hicimos el viaje de regreso en silencio y cuando llegamos a su casa,
abrió la portezuela y bajó. Durante un segundo me miró como si fuese a
decirme algo, luego se volvió bruscamente y avanzó por el sendero de las lajas
hacia la casa. Yo me quedé allí sentado un minuto mirando la puerta cerrada.
Después, atontado, me fui a casa.
Una vez que el coche estuvo en el garage apoyé la cabeza en el
volante, y lloré restregando la mejilla contra los rayos de acero. Por último mi
madre gritó desde la ventana de arriba si pasaba algo y por qué no entraba a la
casa. Me sequé las lágrimas de la cara, entré y dije que me sentía mal y me fui
arriba a la cama. Mi madre me llevó un plato de torrijas a la cama pero yo no
podía comer y lloré toda la noche.
Después de eso, llamé varias veces por teléfono a Billy pero él
siempre colgaba al oír mi voz. Y le escribí una carta larga que nunca me
contestó. Tres meses más tarde cuando leí en el diario que había muerto en un
accidente de automóvil, mi madre dijo:
"Oh, ése es el hijo de los Bradshinkel. Antes solían ser ustedes muy amigos,
¿verdad?".
Yo respondí: "Sí, madre", sin sentir absolutamente nada. Y me conseguí un
barril de whisky falsificado. Otra rutina: Un hombre que fabrica recuerdos a
pedido. De la clase que se quiera y con la garantía de que uno creerá que las
cosas ocurrieron exactamente así... (A decir verdad, casi acabo de venderme a
mí mismo a Billy Bradshinkel). Algunas palabras del Duende del sueño
japonés que servirían como moraleja de un cuento:
"Apenas un viejo ropavejero que trueca sueños viejos por nuevos". Pero, ¡qué
diablos! Pásaselo a Truman Capote. Otro recuerdo pero legítimo. Todos los
domingos a la hora del almuerzo mi abuela desenterraba a su hermano, muerto
cincuenta años antes cuando al pasar la escopeta a través de una empalizada se
hizo volar los pulmones. "Siempre me acuerdo de mi hermano, tan lindo
muchacho. Detesto ver a los muchachos con escopetas."
De modo que todos los domingos, al almuerzo, ahí estaba el
muchacho tirado junto a la empalizada de madera y la sangre sobre la arcilla
roja y helada de Georgia, empapando el rastrojo de invierno.
Y la pobre señora Collins que aguardaba que sus cataratas
madurasen para que pudieran operarla. ¡Oh Dios ¡El almuerzo del domingo
en Cincinati!
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