martes, septiembre 06, 2011

TEXTO HITITA por NERVINSON MACHADO



[Asurbanipal contemplando una
pelea de leones mientras imagina
que es Gilgamesh]
A veces pienso que otro está viviendo dentro de mi vientre y
logra nombrar en barro mi origen ¿Cómo no podría estar
lleno de angustia mi vientre? [laguna de tres versos] ¿Cómo no
podría estar lleno de un continente mi vientre? Sin embargo
el inicio no existe [Lo demás no se distingue] Y la
inexistencia tengo que llamarla de algún modo no para
nombrarla sino para vivirla Y se me hace que este
continente se llama Enkidú y no América.


I. Reconstrucción Nacional

A la entrada de un Burdel llamado Miraflores.
Alcé la mirada para ver esa catedral de la lujuria
y vi a Dios con la cara de dios
pintado de payaso
perplejo y amarrado a un siglo que comenzaba en sus puertas
o todo lo contrario
[Éramos muchos]
y nos esperaban como animales salvajes
porque sabían que buscábamos una poesía negra
que flotara de los balancines de la memoria
y extrajera de la tierra
sus cuerpos de habitación y sus lengua de locura
y juraría que la ciudad se estaba incendiando
porque yo andaba errante en un cúmulo de llamas
clamando por la noche dormida en sus labios
con la incertidumbre
de si tendría el semen suficiente
para poblar tanto mar
después de esta borrachera donde me había ahogado por ellas.


II.

Después de entrar en calor
Éramos un sueño
[Éramos la perdición y nos creíamos la muerte]
una máquina literaria perturbada por la tranquilidad
aprendiendo a escribir a las puertas de un convento
de mujeres hambrientas
que me hacía recordar a un libro sumerio
mientras bailaban una canción nacional
y yo deslizaba mis manos entre sus laceraciones
alrededor de una hoguera de libros
que nos alumbraba la cara de muertosdehambre
y desde donde no nos atrevíamos a salir
para no despertarnos llenos de un sueño latinoamericano


III.

La niña de mis ojos
En primera fila estaba María Félix
la que no se cansaba de gritar el infierno
con su risa boca arriba cuando no tenía nada que hacer
tentando muerte con ataúd,
dibujando un Van Gogh con su voz delicada en mis oídos
aunque su rostro era de catedral saltillense
y me pidió que besara sus estrellas pero no dejó de mover sus manos
y yo le quise pedir asilo en el cielo a ver si encontraba el infierno
y empezó la batalla
Ella caminó con pies de profecía
yo con ojos de suspiro:
abre mis piernas y encontrarás pelea
abre mis piernas y no durarás tres round
y lo decía tirando su pelo al pasado
y el árbitro esperando como animal salvaje
a la presa en guerra
¿para qué son las esquinas sino para empezar un olvido?
dijo
Si te vas a poner los guantes no puedes creerte un mesías
Porque ésta es una pelea a muerte.


IV.

El beso de la purificación.
Me besó y limpió mi estómago con su lengua
de detergente barato
sin quitar bien las manchas que parecen países
[Éramos un cúmulo de petróleo desesperado por arder]
Esparcidos en una cama
[entre las piernas de un burdel que jamás olvidaríamos]
Que no dejó de moverse
durante una noche que sólo duró unos minutos.


VI.

Pequeña autobiografía
Perdón, madrepadre
Perdón por atragantarme de ciudad
Pero él colocó en mi boca la noche
y el reloj
y nada ni nadie ha puesto en mis labios
La cima del mundo como él lo hizo
Llena de hojillas errantes de lágrimas.
Antes, podría haberme jurado
La Capilla Sixtina
La reina de este desierto
Parada afuera a una sola pierna
Abriendo la dulzura para que nadie me prestara atención
Mostrando la cicatriz del manicomio papal
muy por debajo del vestido Hegeliano
Que tan rápido descompuso la belleza
que si bien, no era Armani,

Me guardo el silencio y las palabras
La muerte es empacable y desechable
Pero eso nada importa ahora,
Seguirás robándole enigmas a las manos
Y yo arrancándolos de tu mirada: Soy el espectador.
No nos atrevimos a levantar ningún templo
Por vergüenza a dioses, pero sí escaleras
para alcanzar a los árboles de piedra voladores
Cuando los hombres pájaros dejaron de existir: que lo diga Dédalo
Entonces fuiste grieta en el pantano
Como un zarpazo sumerio
En honor a la mentira o al poeta,
Pero a cambio
Volamos sobre todos los balcones
Tratando de que no se nos apartara de la memoria ni de los dioses
La incertidumbre del hombre. En eso nos parecemos.
Son demasiados colores a los que no se puede llegar en tan poco tiempo.
No bastará –repito— que le entregues cuentas a dioses o humanos
Si el escriba es el relojero sin tiempo
Volando sobre su papiro en llamas y la pluma temblorosa
Conque escribes en el vientre de los sepultados.
Dime como entenderé la duda de quien tiene que crear y destruir
A la vez, sin que nos veamos entre los fragmentos y la ruina
Del hombre. Porque puedo asegurarlo:
Eres el momento preciso de lo impreciso de un tiempo pasado:
Apenas un viajero.
No arderá otra Alejandría, porque no habrá nada que quemar.
No habrá otro Gutenberg ni otro Voltaire
Ni otra pieza de soledad que quiera danzar con pasos ligeros
Porque estaremos ocupados viendo como el río cambia de dirección
Y esta vez la corriente arrastrará todo
menos a tus árboles voladores.

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